En hora buena señora Vicepresidente (a)

Nelson Germán Sánchez

Sin importar si el respaldo ciudadano a través del voto en las urnas se dio mayoritariamente al dúo Duque-Martha Lucía o Petro-Angelica Robledo, existe un hecho político, social y cultural importante en el país hoy, por primera vez en la historia tenemos una mujer vicepresidente de Colombia.

Por fin y después de casi 200 años, una dama a centímetros del solio de Bolívar, a las puertas del escritorio presidencial y muy plegada a la primera magistratura. Ese hecho no es cualquier cosa, porque se trata de que ante cualquier eventualidad del presidente ella asumirá las riendas del país en todas las esferas: económicas, sociales, seguridad, infraestructura, de convivencia y paz, dirigir las fuerzas armadas y las relaciones internacionales, entre otras. Lo cual es un mensaje poderosísimo en el cambio de muchos paradigmas colombianos frente a la capacidad de mando y liderazgo, que sobre todo en materia política y de cargos en el Estado, ha estado en manos de los hombres.

La Constitución de Colombia establece en sus artículos 202 a 205 cuáles son las funciones de quien sea el vicepresidente y el decreto 3443 de 2010 por cual se modificó el Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, donde al vicepresidente según atribución constitucional reemplaza al presidente en sus faltas absolutas o temporales, aún antes de la posesión. Igualmente, en misiones o encargos especiales delegados por el presidente quien podrá designarlo (a) en un cargo de la rama ejecutiva.

Actualmente, en sus funciones reglamentadas está todo lo relacionado con Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario, prevención del reclutamiento de menores y violencia sexual contra ellos; las estrategias y acciones para el desarrollo integral de minorías (población afrocolombiana, negra, palenquera, raizal y pueblos indígenas de Colombia), entre otras.

Que bueno ver a cualesquiera sea la vicepresidente liderar otros aspectos dada la experiencia de las dos en el legislativo, el ejecutivo y la academia, en temas tan importantes para el país como la implementación de los acuerdos de paz, la reingeniería que requiere la justicia colombiana, la lucha contra la pobreza, el apoyo real al campo colombiano, los recursos a la educación y la salud pública en Colombia, así como los desafíos en emprendimiento, tecnología, ciencia e innovación.

En este momento, la sola posesión como vicepresidenta ante el país de una mujer es un mensaje de optimismo que cambia la percepción de 25 millones 200 mil mujeres que se calcula hay en Colombia, de las cuales por lo menos la mitad están o estará en su futuro próximo luchando un espacio en la vida laboral, política o empresarial y ver una mujer en este cargo les da una bocanada de ímpetu, un impulso en sus pretensiones para poder llegar a los cargos de más alto rango en el Estado colombiano y en el sector privado.

Ese hecho sí hace trizas de forma simbólica una conducta machista patriarcal colombiana en el escenario del poder político y coloca a las mujeres en un mejor lugar para continuar esa puja injusta que les ha tocado dar históricamente, pese a sus capacidades, actitudes, aptitudes y competencias, aguantando desde matoneo, acoso, humillaciones, agresiones silenciosas o públicas, físicas, psicológicas o emocionales.

Por eso, bienvenida a la señora vicepresidente porque ese de lejos es el hecho histórico que cambiará al país, en especial al país político.

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