Dignidad del movimiento estudiantil

Nelson Germán Sánchez

La que inicia es una semana crucial para el movimiento estudiantil y las exigencias que vienen haciendo de más recursos para financiar y mantener funcionando las más de 60 instituciones de educación superior del país.

Hay que reconocer que estos jóvenes han mantenido una postura de dignidad, frente a la arremetida de presión del Gobierno nacional, de tratar de sacarlos de un solo empujón del tablero del ajedrez al negociar con los rectores de las universidades públicas e instituciones, sin llamarlos a ellos a concertar, pese a que fueron quienes iniciaron todo el proceso de reclamo justo y visibilización de la real problemática del sistema educativo estatal.

Excelencia, realce y decoro de las personas en la manera de comportarse, dice sobre dignidad el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Y eso es lo que han demostrado cientos de miles de estudiantes a lo largo y ancho del país al pronunciarse públicamente.

Por eso, es importante que sean los propios líderes estudiantiles, sus voceros, los que llamen a la calma, la cordura y el respeto por los derechos de los otros y a la diferencia, a quienes participan de marchas, procesos asamblearios, tomas, mesas temáticas y demás.

Que rechacen con vigor los desmanes públicos, ataques a la fuerza pública y medios de comunicación y no se dejen imponer agendas ocultas desde la institucionalidad o grupos políticos para negociar sus solicitudes. También, que comprendan que no pueden llegar la intransigencia en sus exigencias, sino partir de que todo diálogo debe llevar a una negociación y no que el diálogo en sí mismo es negociar.

Hasta ahora han dado una lección de altura, de ética, de civismo a todas las demás instancias universitarias y la ciudadanía que no pueden perder de vista ni contaminar.

Por eso, es que todos debemos rechazar al unísono que precisamente se comiencen a conocer desde la semana pasada amenazas de muerte, campañas de desprestigio, panfletos contra participantes o quienes apoyan el movimiento estudiantil; claro, una cosa muy común cuando los gobiernos de extrema derecha están nuevamente incrustados en el poder nacional, los regionales y las instituciones. Esas son acciones replicadas de conductas mafiosas, con sello paramilitar, que buscan distraer la atención del problema real, mentir y dividir.

Lo que debemos hacer desde las universidades públicas y privadas es rodear a jóvenes como Alejandro Duque, uno de los líderes estudiantiles que recibió amenazas de muerte en su contra. Él es el presidente de la Asociación Colombiana de Representantes Estudiantiles de la Educación Superior, Acrees, de la Universidad Nacional. Según narró, existen tres amenazas de encapuchados que le dicen en medio de las marchas que se tiene que ir o lo van a matar. Llamadas intimidantes a su celular y en las redes sociales todo tipo de improperios de sectores de la derecha y de la extrema izquierda, según dijo el joven. Nada de lo que ya no sepamos ni padezcamos.

Al igual que le acontece a su compañera Jennifer Pedraza y, por eso, le pidieron al presidente Duque que los reciba antes de que para ellos y otros “de pronto sea demasiado tarde”.

Están solicitando, además de más recursos para la educación pública y con calidad, el completar el semestre como se debe en los tiempos y con el rigor académico, y no a punta de pruebas virtuales a la carrera como la “idea” que sacó del sombrero estos días el senador Álvaro Uribe.

Comentarios