Ojo con la pólvora

Nelson Germán Sánchez

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Se acerca el Día de las Velitas y el primer riesgo para todos, pero especialmente para los niños, de que su vida se destruya o cambia radicalmente al ser quemados por pólvora. Aunque en los últimos años según reporte de las autoridades durante esta celebración se ha reducido la cifra de accidentes por quemaduras con pólvora, igual ha incrementado por velas, faroles, chispitas o demás elementos utilizados. Por tanto hay que prender las alarmas ya.

Lo sucedido en Antioquia el iniciar diciembre con las tradicionales alboradas es una alerta, con esas dos personas quemadas con voladores y con un cono explosivo, y eso pese a todo un plan de prevención y una estrategia logística para reemplazar la pólvora por alboradas culturales decembrinas. ¿Qué podemos esperar aquí? donde no es precisamente la planeación, estrategia y habilidad administrativa las que imperar en nuestros gobiernos en turno.

Por eso, no se puede bajar la guardia y mucho menos ahora, donde las campañas de nuestras instituciones en tal sentido brillan por su ausencia total, mientras en la otrora Calle Bonita en el centro de Ibagué, hoy un apretujado y desordenado camino de parasoles invaden el espacio público, donde ya se exhiben las chispitas, volcancitos y demás elementos riesgosos camuflados entre paquetes de velas y cachivaches. Ni qué decir, lo que se observa en tiendas del 20 de Julio, Santa Bárbara, El Jardín, Los Mártires, Restrepo, Ricaurte, en las narices de la Alcaldía y la Policía. Valdría la pena recomendarles sacudirse el polvo de las posaderas, trabajar más andando la ciudad y echar menos discursos.

Necesario recordar que el Instituto Nacional de Salud reportó que 538 personas sufrieron lesiones por pólvora entre el 1 de diciembre de 2017 y 1 de enero de este año, de los cuales 223 fueron menores. Pero ya extendido el periodo de vigilancia epidemiológica hasta el 14 de enero de 2018, la cifra fue 299 niños afectados. Ese mismo informe señaló que el 68,4 % de los accidentes se presentó por manipulación de pólvora, mientras que en el 20,8 % los heridos fueron los observadores de la quema.

Según el INS, las lesiones más frecuentes son quemaduras, laceraciones, contusiones, amputaciones y daños oculares y auditivos, entre otras.

Este es un buen momento para decirle a los vecinos, a los amigos, los compañeros de trabajo, los conocidos, que la pólvora no es un juego, que no es necesario el estruendo y la luminosidad sin control porque la alegría decembrina no es ni sorda ni tiene mala visión para llenarle el camino de luces de pólvora.

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