O morimos de sed

Nelson Germán Sánchez

La alianza Triple A es una iniciativa internacional cuyo propósito es resguardar el corredor natural entre los Andes, la Amazonía y el Atlántico, liderada por pueblos indígenas de esta parte del mundo, dado que ya existe una conexión cultural y cosmogónica entre pueblos nativos sobre ese territorio.

También, diversos estados han declarado en los últimos años esa cuenca amazónica y la conexión lineal como zonas protegidas o de reserva, llegando a casi un 50 por ciento de ese macroterritorio, como lo denominan los indígenas.

Nueve gobiernos amazónicos han dado su aval en este asunto, a lo cual se sumaron aproximadamente 400 pueblos indígenas, lo cual sin duda es una gran noticia que a todos debería alegrarnos y más porque fueron ellos (los indígenas) quienes presentaron la idea de trabajar por preservar y restablecer por lo menos 200 millones de hectáreas de selva amazónica.

Para ello, llevaron su iniciativa a la Conferencia de las Naciones Unidas para la Diversidad Biológica a finales del año pasado y se está a la espera de un pronunciamiento de ese organismo internacional. Es que el daño sobre miles de hectáreas allí está hecho tanto en los parques naturales como en los territorios indígenas y es necesario tratar de revertir o al menos evitar la expansión del mismo.

Precisamente, ese daño está representado en un desaforado saqueo de los recursos naturales que se ha disfrazado de supuesto desarrollo y progreso, que lo que realmente ha hecho es arrancar de allí de forma descontrolada e irresponsable cuantos recursos naturales están a la mano.

La peor plaga allí aterrizada es la de los megaproyectos. Por ejemplo, se calcula que hay cerca de 40 represas para hidroeléctricas, así como por lo menos 60 millones de hectáreas ya fueron concesionadas para la minería y su extracción, ni que hablar de las dadas a la agroindustria.

Además, a los voceros y líderes de los pueblos indígenas que se oponen a éstos proyectos son criminalizados, estigmatizados y vienen siendo asesinados en todos los países que hacen parte del corredor Triple A. O sea en Colombia, Brasil, Perú, Ecuador, Suriname, Guyana Francesa, Venezuela, Bolivia y Guyana. El gran desafío para ellos no solo es la lucha por salvar la Amazonía si no el conservar su vida y la de sus familias.

Los indígenas han sido por excelencia los guardianes del bosque, a quienes nunca hemos mirado con el respeto y la dignidad que merecen. Su íntima relación espiritual con la naturaleza y la tierra no es de ahora sino de siempre por la sagralidad que le han impreso a sus territorios, gracias a sus costumbres ancestrales.

Por ello, este valioso ejercicio debe ser respaldado por todos nosotros, desde nuestra órbita personal o laboral, mucho más ahora en momentos de temblores en Colombia y que el fenómeno del niño nos llegó con una reducción de casi un 60 por ciento de lluvias, sequías como las que vemos en Santander y la Costa Atlántica, incendios forestales por doquier en el Tolima o saber que un pueblo entero desapareció en una región de Brasil por una presa de una mega obra minera o que Ciudad del Cabo fue la primera del mundo que se quedó sin agua.

Se nos ha olvidado que es en la amazonía donde se encuentra la mitad de la biodiversidad del mundo y cerca del 15 o 20 por ciento del agua dulce de la tierra. En Colombia ya hasta el Presidente Duque pidió economizar agua y aplicar acciones para racionalizar su uso.

Por tanto, creo más que pertinente apoyar este tipo de iniciativas, saber que nos tocan, que es hora de conocer las propuestas reales de los gobiernos en turno tantos regionales como locales para proteger la naturaleza, el ambiente y los ecosistemas; que el tema ambiental haga parte de sus agendas, porque hasta ahora lo de siempre, puros anuncios y esperar que pasen las tragedias para la respectiva foto de prensa llevando las ayudas de colchones, tejas, sábanas o mercados básicos. Para lo cual sí se han vuelto unos expertos.

Además, también es necesario exigir que el tema sea incluido en las propuestas de gobierno de quienes aspiran a las gobernaciones y las alcaldías y expresen cuáles serán sus apuestas al respecto para evitar una más aguda catástrofe ambiental o morirnos de sed.

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