Fiesta en urnas o funeral democrático

Nelson Germán Sánchez

Triste, preocupante, desconcertante, altamente catastrófico resulta que los colombianos después de muchos años volvamos a las urnas en un enrarecido clima de zozobra, miedo y pugnacidad irracional electoral. Quedan dos años largos para las elecciones al Congreso de la República, será que para entonces tendremos un peor ambiente democrático.

Tres candidatos a alcaldías fueron asesinados y siete a los concejos hasta ayer, se calcula que un poco más de 40 aspirantes están amenazados y no menos de 400 municipios con riesgos electorales, son una cifra que los colombianos mayores de 40 años no registrábamos desde finales de los 90 y comienzo de la época del 2000.

De todos los partidos y movimientos políticos están amenazados, en riesgo o pidiendo protección del Gobierno nacional para poder ir a pedir el apoyo ciudadano con los votos.

Pareciera que los asesinatos a candidatos, secuestros de los mismos, amenazas para que dejen la actividad o se vayan de los lugares donde hacen proselitismo se han vuelto paisaje común, pero es deber de todos no acostumbrarnos ni naturalizar este tipo de situaciones, por el contrario, exigir acciones al Estado, hacer pedagogía política y denunciar cualquier situación irregular, pero también bajarle el tono y el volumen a la discusión electoral que enardece los ánimos y contribuye a la pugnacidad entre compatriotas encegueciéndoles y no permitiendo un ejercicio sopesado y tranquilo de elección y participación, el próximo 27 de octubre, por las mejores propuestas y por seres humanos dignos de ocupar los cargos de representación popular.

Preocupa también, para mí, que a la sombra del deterioro de la seguridad en varias zonas del país, producto de la vuelta al monte de los insurgentes que nunca creyeron en el proceso de negociación con el Gobierno anterior y no pudieron dejar de escuchar los cantos de sirena del dinero maldito del narcotráfico, las guerrillas aún existentes, los nuevos narcotraficantes, el descuido en algunas zonas en orden público antes controladas por las Farc y todo lo demás, personajillos han aprovechado el momento para atizar el incendio con gasolina.

Entre otros por ejemplo: los caciques y castas electorales de las regiones, los clanes familiares en la política que la ven como su empresa privada o famiempresa, mandatarios de las alcaldías y las gobernaciones actuales presionando la elección de sus bendecidos y que a punta de chantaje, presión, contratos, inspección, entrega o apertura de obras públicas y promoción en los territorios de la “oferta institucional” (propaganda política y campaña electoral camuflada), con lo cual meten la mano en la contienda electoral y de paso juegan a mover las emociones políticas y poner energúmenos a los votantes.

También, como pocas veces se había visto, recurren a todas las estrategias de la guerra sucia, con falsas noticias, tergiversaciones sobre los oponentes, infoxicación en redes con rumorología, así como sacando a los adversarios los trapos sucios sobre sus pasados oscuros y las deudas con la justicia que querían tapar o dejar atrás los aspirantes a los cargos de elección, utilizando para ello las herramientas de la prensa negra y la publicidad del mismo tono.

Dios no lo quiera, pero lo único que podemos esperar ahora con este frenético ritmo de locura son tiroteos en mítines o actos políticos, enfrentamientos físicos entre seguidores de unos y otros, seguimientos irregulares, saboteo a eventos, heridos o hasta muertos. Por tanto, es pertinente que todos aquellos que podamos hagamos un llamado a la reflexión, la humanización y la conciencia de todos quienes participan y no de las campañas políticas o del proceso electoral actual, porque estamos a un poco más de 30 días para evitar que pasemos de la fiesta de las urnas al funeral de la democracia, que algunos esperan agazapados.

ÓPTICA PERIODÍSTICA

Comentarios