El país más educado del mundo

Benhur Sánchez Suárez

Eso pretendemos ser. El país más educado del mundo. Pero ¿cómo serlo si miles de alumnos reciben clases en potreros, en garajes o en galpones, porque no hay instalaciones decentes ni establecimientos adecuados?

¿Cómo serlo si el presupuesto de la Nación se recorta porque se malgastó el dinero en exorbitantes salarios para los congresistas o para duplicarle el presupuesto a los contratistas, por ejemplo?

Si el presupuesto para la cultura y el deporte se disminuye con el pretexto de no llevar a la quiebra a la nación, ¿cómo anhelamos un país en paz, culto y feliz?

Si no se invierten los ingresos en los gastos indispensables como la cultura la educación y el deporte, ¿cómo queremos ser el país más educado del mundo?

Si los salarios de los maestros son de los peores en la escala presupuestal de la Nación ¿cómo anhelamos profesionales competentes, ansiosos de ser cada vez mejores para beneficio de la niñez y de la juventud?

Un niño debería primero tener acceso a un instrumento musical que a un celular o a una Tablet, debería vivir una lúdica basada en la naturaleza y no en una pantalla de televisión donde se deterioran todos los valores humanos por la manipulación indebida del sentido económico de su explotación y permanencia.

Cómo podemos lograrlo si el maestro, en lugar de disponer del tiempo para formar al niño se dedica a escribir informes, presentar proyectos, marcar tarjeta y contener la ansiedad de treinta o cuarenta muchachitos en un aula mínima. De locura.

¿Cómo se podrá si la educación es un negocio burdo y descarado donde la formación e información es lo que menos interesa? Se da el caso de universidades donde el estudiante paga el semestre y su estudio se reduce a un día a la semana, sólo cuatro días al mes.

Si contabilizamos a las volandas, el semestre de julio a diciembre comienza en agosto y termina en noviembre, cuatro meses de los seis que el estudiante ha pagado para llegar a ser un profesional. Y no cualquier suma.

Si se estudia un día a la semana, son cuatro días al mes, 16 días de los 180 que tiene el semestre. Lo que significa que en algunas carreras el estudio se reduce a 5 semanas solamente, un mes largo, durante las cuales el estudiante recibe la información necesaria para ser un profesional. Un mes, no más.

Da risa. Con razón pululan las universidades privadas. De garaje las llaman. Si el estudiante quiere ser un buen profesional tiene que formarse así mismo, ser lo que tanto odian y desprecian quienes hinchan el pecho por estar en una universidad: ser autodidacta.

Así avanzamos presurosos para ser el país más educado del mundo.

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