El objeto del deseo

Benhur Sánchez Suárez

Desde la aparición de la novela “La maravillosa vida breve de Óscar Wao” (2007) he tenido el deseo casi enfermizo de leerla sin que hasta ahora haya podido conseguirla. Y, por supuesto, tampoco había podido leer algo de Junot Díaz (Santo Domingo, 1968) para saciar la necesidad de conocer un nuevo y deslumbrante narrador, genio al decir de las críticas conocidas.

Toda esta obsesión me acometió porque su aparición estuvo rodeada de los más altos elogios, hasta el punto de ser galardonada en el 2008 con el premio “Pulitzer” y posteriormente con el “National Books Critics Circle Award”. No cualquier aparecido merece estas distinciones y yo quería corroborarlo. Así de simple.

Pero, al parecer, todo deseo desmedido trajo como consecuencia el esquivo destino del objeto del deseo, en tal forma que perdí el tiempo al viajar en la pocas veces que pude a Bogotá y tratar de encontrar un ejemplar en la librería de mi predilección, la Lerner. Cuantas veces he llegado a sus estantes ha estado agotada sin remedio.

El pasado fin de año no fue la excepción, solo que el librero que me atendió, con gran juicio de conocedor y buen vendedor, me aconsejó que leyera otro libro de Junot Díaz para que degustara la magia del nuevo narrador. Entonces acepté un pequeño libro de cuentos titulado “Así es como la pierdes” cuya primera edición para Colombia data del 2014 por la editorial Mondadori.

Como buena multinacional y acuciosa divulgadora de sus libros, en la portada del libro aparece la frase, inevitable en estos casos: “Del mismo autor de la maravillosa vida breve de Óscar Wao”.

La frase aporta una nueva dosis de sal en la herida de mi deseo insatisfecho.

Con mucha ansiedad me adentré en sus páginas, el retrato casi fiel de la vida de los dominicanos en Norteamérica, los inmigrantes doblemente despreciados por los estadounidenses, precisamente por ser inmigrantes e indeseados y, también, por ser afroamericanos.

No es el primer autor en hacerlo, desde luego. Pero lo sorprendente es la facilidad con que las historias se desprenden de sus manos, con tanta naturalidad se nos abren ante nuestros ojos, que cada cuento nos atrapa y nos refleja esa realidad que palpita en los bajos fondos de la ciudad de Boston, donde transcurren sus historias. Nos hacen vivir la crueldad y la esperanza, nos despierta la rabia y nos aplaca con la gracia y la facilidad con que resuelve cada uno de sus cuentos.

Eróticos y cercanos a la pornografía, el sexo es algo cotidiano, escritos con lenguaje coloquial, nos descubren también que los países sometidos atravesamos marginalidades parecidas, que Dios en el horizonte es verde y que por él subsisten en el mundo las más terribles inequidades.

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