Contrastes

Benhur Sánchez Suárez

Cuando me emocioné con la obra de Lucía Berlín (1934-2004), de la que pensé era una autora reciente del mundo, y descubrí después de la lectura que ya no hacía parte de los vivos, sentí una gran desilusión. Por supuesto, los cuentos de su libro “Manual para mujeres de la limpieza” (2015) no perdieron ese toque de calidad que tanto me entusiasmó con su lectura, aunque al saber que estaba muerta sentí un aire de frustración que por ahora no sé explicarme ni explicarlo a los demás.

Igual me ha acontecido con el japonés Junichiro Tanizaki (1886-1965) de quien he leído su libro “Cuentos de amor”. La diferencia radica en que con el escritor nipón afronté su libro a sabiendas de su desaparecida existencia, marcada por la indiferencia hacia su obra en su región natal, aunque considerado después a la altura de Mishima (1925-1970), Kawabata (1899-1972) y Kobo Abe (1924-1993), los grandes escritores japoneses del siglo XX.

Es más, de él se ha dicho que hace parte de los innovadores de la narrativa japonesa o, mejor, pioneros, porque se contrapone al naturalismo, tendencia preponderante en los inicios de su carrera.

El manejo de los sentimientos humanos que utiliza Tanizaki en sus cuentos es muy moderno en su tratamiento y tal vez esa circunstancia me llevó a pensar que todavía se aburriría en algún lugar de Tokio o de los Estados Unidos y escribiría ahí nuevos relatos asombrosos. Son los espejismos que nos entrega el amor a la lectura y a la literatura.

Vaya uno a saber. Pero sabemos que hay una literatura japonesa enraizada en la tradición, a veces impenetrable, mucha de ella desconocida para nosotros, muy oriental, por decirlo de alguna manera, pero también otra penetrada por la literatura occidental en la que, quizás, Murakami (1949) sea el más connotado de sus representantes actuales.

Hay en Tanizaki, sin embargo, una mezcla del arte de escribir occidental con los ambientes y tradiciones japonesas que seducen al lector. Puede decirse que es una visión renovada, una forma de insertar su literatura en la corriente internacional de la literatura. Es, en general, un autor japonés en su sentido de pertenencia que en principio se deja seducir por la modernidad (occidentalización de la cultura) y luego decanta en las identidades profundas de su pueblo.

Los once cuentos que conforman este volumen, en verdad, indagan la condición humana que, paradójicamente, es la misma en cualquier lugar del mundo, vestida con distintos ropajes y denominada con diversos nombres, pero real.

¿Qué es más real que el amor? Variantes de él hay muchas, algunas cercanas a la aberración, o decantadas en lo sublime. Captarlas y llevarlas con maestría a la literatura, es parte de Junichiro Tanizaki y de su magia.

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