60 veces BLAA

Benhur Sánchez Suárez

60 años. Muchas instituciones pueden exhibir este número, pero ninguna con la trascendencia cultural como la Biblioteca Luís Ángel Arango, del Banco de la República, en Bogotá, cariñosamente llamada BLAA, que extiende su influencia benéfica a lo largo y ancho del país.

El Banco la creó para servir de apoyo en la investigación económica propia de su labor como banca central, pero fue ampliando su servicio de consulta hasta que en 1958 se abrió al público, como biblioteca para la comunidad estudiantil y los lectores en general.

Desde cuando me radiqué en la capital en 1964, la BLAA fue mi referente por la actividad en artística que desarrollaba en sus instalaciones. Hasta un Salón Nacional de Artistas observé en sus salas de exposiciones. Luego comenzaron a desfilar artistas extranjeros, algunos que comenzaban a mostrarse como promesas del arte nacional, siempre bajo la mirada vigilante de Jaime Duarte French, su primer director.

Cómo olvidar a Jaime Duarte French, su oficina siempre abierta a las tertulias, y su conocimiento de la historia nacional. Con él tomé tinto en su oficina hasta que me convenció de publicar un texto mío en su famoso Boletín Cultural y Bibliográfico, en 1970, cuando comenzaba como pichón de comentarista de artes plásticas y de escritor.

Cómo olvidar su sala de música y el interminable desfile de artistas nacionales e internacionales, con sus conciertos magistrales y sus recitales didácticos.

En 1990 se amplió la Biblioteca y se estrenó su novedoso servicio de consulta en línea. Para ese año la BLAA ya era el centro cultural más importante de Bogotá.

En 1991 pasé a formar parte de la biblioteca en el área de servicios al público. Era subgerente cultural del Banco Darío Jaramillo Agudelo, escritor y poeta con quien ya nos conocíamos por nuestras mutuas labores literarias. Él me convenció de colaborar en el Boletín con comentarios de libros y también de trasladarme a Ibagué a dirigir la pequeña BLAA, la hermosa Biblioteca Darío Echandía, en 1998.

Trabajar en la BLAA ha sido una de mis experiencias más enriquecedoras, sólo comparable con mi primer trabajo de maestro en Bogotá, cuando comencé mi vida laboral.

Es mi orgullo haber sido parte del grupo de referencistas que apoyaba al público en sus consultas, haber coordinado después ese grupo, pertenecer al comité de adquisiciones de la biblioteca o al grupo creador y programador de uno de sus servicios más trascendentales hoy, el servicio a domicilio.

Mi emoción y mi abrazo para quienes están al frente de la BLAA y de la Darío (30 años). Recuerden que miles de profesionales dan testimonio de gratitud por la importancia de su labor. Y que los pensionados del Banco, vivos o muertos, también fuimos parte de ese desarrollo cultural.

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