Búsquedas y hallazgos

Benhur Sánchez Suárez

Con el sugestivo título “Del café al pincel” la artista Graciela Romero abrió una nueva muestra de su obra plástica en la galería “Viva el arte” de Ibagué.

Su trayectoria de exposiciones es larga aunque en ocasiones haya sido rechazada, más por su actitud “primitivista” en el tratamiento de las formas que por la contundencia de sus temáticas, casi siempre contemplativas y sociales.

Dos hechos importantes se conjugan en ella. De una parte, la confirmación de esa vocación de búsqueda personal que emprendiera desde el momento en que decidió que su expresión no podía ser otra que la del arte y, de otra, la experimentación que, aunada al primero, produce hallazgos no solo en imágenes, sino en el tratamiento de ellas.

Destaco su búsqueda incesante, su afán siempre presente de encontrar la expresión justa a sus inquietudes estéticas. Desde que la conozco no ha cesado de inquietar con sus experimentaciones, a veces estrafalarias, no sólo en el uso de materiales poco convencionales para plasmar sus temáticas, sino también en el tratamiento de los temas.

En esta ocasión decidió tomar como ejemplo (algunos le llaman inspiración) los residuos que deja el café en los pocillos donde se sirve esta bebida aromática y energizante, popularmente llamados “cunchos”, para desarrollar sobre papel o lienzo su temática habitual de paisajes, cuerpos y rostros que dan significado al toque personal de su trabajo.

Como el “cuncho” descubre formas y escenas formadas al azar (tan azarosas que han sido utilizadas a lo largo de los años por la superstición y la consecuente adivinación del futuro en nuestras desvalidas comunidades), Graciela Romero se vale de estas sugerencias de la casualidad para elaborar sus obras.

Experimentación muy válida aunque, a veces, su intervención sobre las formas espontáneas sean demasiado fuertes y choquen con la armonía que las tonalidades sepias le expresan como juego visual al espectador.

Pero el avance más notorio en este trabajo, respecto al futuro de su expresión estética, radica en la combinación de esta técnica experimental con el color. Es maravilloso descubrir cómo su pintura toma nuevas facetas, fuerzas renovadas, y aunque la artista insista en forzar imágenes realistas (ya flores o rostros, ya cuerpos o plantas) es en el contraste del sepia con la limpidez del color la que le da esa fuerza renovada a su pintura.

Larga vida a la obra de esta artista que con su búsqueda incesante de expresión nos demuestra la importancia del arte en la vida de la comunidad, así su explicación de un homenaje al campesino colombiano sea puramente retórica. Si al observador no se le dice que es un homenaje no lo capta porque es sólo una motivación y no un resultado evidente. Por todo esto hay que visitar su exposición.

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