El poliedro de la paz

En Colombia, cada persona y cada institución privada, pública o del sector social y solidario, en escenarios que van desde lo local, lo regional, lo nacional y lo internacional, tienen el derecho a solidarizarse con el propósito de alcanzar la paz.

Alcanzar la paz en Colombia es una empresa poliédrica. Son varios los frentes, los lados, las caras, los medios, los instrumentos en los que hay trabajar simultáneamente para alcanzar la históricamente escurridiza paz integral en nuestro país.

Garantizar la seguridad en todo el territorio de la geografía colombiana, con unas fuerzas armadas y de policía como depositarias únicas del monopolio de las armas, con altos estándares de compromiso con los Derechos Humanos, es tan solo un frente necesario de trabajo en ese poliedro de la paz. Ciertamente, no la totalidad del poliedro.

La paz no se debe negociar con los violentos y, muy por el contrario, es menester emprender el propósito de la paz con una decisión sostenible en el tiempo de reparar las víctimas de los diferentes actores de la violencia. Esta reparación es otro frente necesario en ese poliedro de la paz. Ciertamente, no la totalidad del poliedro.

Tener instrumentos legales que faculten a las autoridades competentes para facilitar la integración social y/o la aplicación de instrumentos de justicia transicional a personas que renuncien a la violencia y decidan reintegrarse a la sociedad colombiana, “un marco legal para la paz” como el que se discute hoy en el Congreso, es otro frente necesario en ese poliedro de la paz. Ciertamente, no la totalidad del poliedro.

Una estrategia de desarrollo con más empresarios privados, públicos y sociales, pequeños, medianos y grandes, verdaderos generadores de riqueza económica, promotores de capital social, garantes de sostenibilidad ambiental, agentes de probidad y con menos negociantes, legales e ilegales cazadores de rentas, especuladores con el capital financiero, engordadores de predios rurales y urbanos, empobrecedores de la capacidad creativa del trabajo, corruptos, es otro frente necesario en ese poliedro de la paz. Ciertamente, no la totalidad del poliedro.

Una apelación a la comunidad internacional para revisar el modelo dominante de lucha contra el narcotráfico, el de los magros resultados, como la que hiciera explícita y valientemente el presidente Juan Manuel Santos en su pasada visita a Gran Bretaña, sin perjuicio de mantener la férrea voluntad de seguir enfrentando las mafias del narcotráfico en sus plurales manifestaciones, es otro frente necesario en ese poliedro de la paz. Ciertamente, no la totalidad del poliedro.

Agreguemos otros frentes y caras al poliedro de la paz: una estrategia de relaciones internacionales propositiva y no reactiva; un proyecto educativo y cultural incluyente y de calidad; estrategias para una protección social igualmente incluyente y de calidad; lucha frontal contra la pobreza y la inequidad social; conciliación de agendas mineras con agendas ambientales, agropecuarias, turísticas y culturales; nuevas y renovadoras prácticas de las espiritualidades que coexisten en Colombia, entre otras.

En Colombia, cada persona y cada institución privada, pública o del sector social y solidario, en escenarios que van desde lo local, lo regional, lo nacional y lo internacional, tienen el derecho a solidarizarse con el propósito de alcanzar la paz. El ejercicio de ese derecho implica un deber: ser socialmente competentes.

Credito
Alfredo Sarmiento Narváez

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