Gustavo Petro, más sindéresis

Alfredo Sarmiento Narváez

Gustavo: quienes votamos libremente y dimos un mandato legítimo y sólido al hoy presidente electo Iván Duque Márquez y a su vicepresidente Marta Lucía Ramírez, no estamos avalando los asesinatos de líderes sociales, como lo tuvo a bien usted sugerir en afirmación sectaria e irresponsable, plasmada en uno de sus tweets publicados en días pasados.

Las mayorías dimos un mandato para que sean Iván Duque como presidente y Marta Lucía Ramírez como vicepresidente quienes, sin sectarismos, en los próximos cuatro años, lideren a casi 49 millones de personas, incluidos los que votaron por usted, en el propósito de que nuestro país, tan suyo como mío, avance sin claudicar por el camino de consolidarse como una democracia productiva, justa, incluyente, sostenible, soberana e institucional.

La democracia colombiana, que lo acogió a usted después de un acuerdo de paz con el M-19 y le ha dado oportunidades de tramitar sus inquietudes políticas como concejal, representante a la cámara, senador, alcalde del Distrito Capital y recientemente como candidato presidencial en las pasadas elecciones, merece de parte suya mayor sindéresis en lo que atañe a orientar con sus declaraciones a la opinión pública.

En el reto de asumir una de las voces de oposición, no será usted la única voz en esa diversa trama democrática que tiene el país; tenga usted Gustavo el buen criterio de entender que nadie tiene porqué arrogarse ni el monopolio del sufrimiento ni el monopolio de la voz última, exclusiva y excluyente de las víctimas en Colombia.

Los colombianos debemos entender de una vez por todas que la diversidad es característica inherente a esos sectores de nuestra sociedad que les ha tocado vivir su propia y diferencial dosis de padecimientos, que cada uno de ellos tienen derecho a tramitarlos y superarlos de la mejor forma posible, y que en ese camino, si bien algunos sectores se sienten interpretados y representados por usted, otros, igualmente relevantes y dignos, se sienten interpretados por otras voces políticas que se encontrarán con usted a ese foro democrático que es el Congreso de la República.

Los asesinatos de los líderes sociales representativos de diferentes expresiones del espectro ideológico político, respondan o no a un patrón de sistematicidad alrededor de cual las autoridades nacionales e internacionales aún no logran un acuerdo, merece la voz de repudio de todos y cada uno de los colombianos, sin asomos de mezquindad, sin asomos de oportunismo. Solidaridad con sus familiares, amigos y simpatizantes. Colombia merece que nuestros líderes políticos emitan voces valientes, sosegadas y estéticas al mismo tiempo, capaces de iluminar la empresa colectiva de la reconciliación y la promoción de actitudes democráticas. No se rezague Gustavo, usted que suele hablar de la política del amor.

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