Entre la Esperanza y la Desesperanza

Alfredo Sarmiento Narváez

¨Hay días en que me levanto con una esperanza demencial…¨. Así comienza Ernesto Sábato uno de sus textos de madurez: ¨Resistencia¨. Atrás y para siempre quedaría para el escritor argentino los tiempos de la desesperanza militante de El Túnel. Con ¨Resistencia¨, Sábato consolidó un estilo que lo consagraría como un artesano de la ¨metafísica de la esperanza¨.

Por su parte, Álvaro Mutis, que de niño vivió en el corregimiento de Coello- Cocora, Tolima, escribió ¨La desesperanza¨. En ese ensayo hace una fenomenología comparativa de la desesperanza entre diferentes escritores; para ello, rema en la obra Joseph Conrad ¨Victoria¨ y su personaje Axel Heyst en la Isla de Samburán; se detiene en las desgarradas reflexiones de Drieu la Rochelle; recaba en personajes de Malraux; recita poemas de Pessoa y se remite finalmente a su amigo Gabriel García Márquez y su ¨El Coronel no tiene quien le escriba¨, personaje que, reducido a su total desesperanza, se apega a la escatología, para responder desparpajadamente a la pregunta, sensata por lo demás, de su angustiada mujer: ¨Dime qué comemos¨.

Sugiere Mutis en su ensayo que las zonas tropicales son una especie de meridiano de la desesperanza - nótese que Sábato es de un país austral-. Tiene buen cuidado nuestro compatriota de sugerir en su escrito, que muchos de esos desesperanzados personajes, son seres tan particulares, tan aventureros, tan valientes, que fueron capaces de vivir, amar, gozar , charlar y crear, en medio de su inocultable desesperanza.

¿Y qué tiene que ver este tema con los tiempos que corren en Colombia?

Las encuestas y la forma en que los medios de comunicación hacen caja de resonancia de las mismas, han logrado generar un estado anímico que sin duda afecta la emocionalidad psicosocial de los colombianos en su gran mayoría.

Para algunos sectores, ese matrimonio entre encuestadoras y medios de comunicación, ahora con la tercería que juegan las redes sociales, responde a una deliberada intención de afectar el trasegar de un gobierno que apenas comienza su periodo constitucional, para otros, es la constatación de que Colombia se adentra en una especie de hecatombe y catástrofe ineludible, que ya había sido profetizada por, aquellos y aquellas, que fungen de casandras criollas.

Ante el embate de guarismos de las encuestas y el bombardeo de medios y de redes sociales, propongo la fórmula paracelsiana del ¨todo es veneno, nada es veneno, depende de la dosis¨ para que cada sujeto social, persona, organización o colectivo, allá en su fuero íntimo, en el espacio de su sagrada autonomía, prepare la dosis que estime necesaria de esperanza, a la manera de Sábato, y de desesperanza, a la manera de Mutis, que le permita seguir viviendo dignamente esta experiencia excitante que es ser un colombiano de estos tiempos.

Mi dosis personal tiene de demencia para mantener mi esperanza incólume para trabajar por una Democracia Solidaria para Colombia y suficiente desesperanza para no caer en falsas ilusiones y poder mirar de frente la compleja realidad social, económica y política que tenemos los colombianos por delante. Enhorabuena.

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