Hace 25 años

El tiempo transcurre a una velocidad increíble. Hace 25 años los sicarios de Pablo Escobar asesinaron a Carlos Mauro Hoyos, Procurador General de la Nación.

Fue un crimen espantoso. El país vivía una de las etapas más ominosas de su historia. La violencia narcoterrorista golpeaba con saña y el miedo cundía sin piedad.

El capo mayor pretendía doblegar al Estado y a la sociedad y en ese propósito había ganado importantes espacios. Bombas, asesinatos, secuestros, amenazas, estaban al orden del día. Los mafiosos “preferían una tumba en Colombia que una cárcel en los Estados Unidos”. El caos empezaba a imperar.


A Carlos Mario lo conocí en 1978, en la Cámara de Representantes. Era un jurista que representaba al partido liberal como integrante del Directorio Liberal Departamental de Antioquia que dirigía Bernardo Guerra Serna. Formaba parte de la Comisión Primera, de asuntos constitucionales.

Como hombre era sencillo, serio, alegre. Respetaba a los demás y gozaba de buen aprecio entre sus compañeros. Lo recuerdo como una persona servicial, compartiendo ideas, siempre en trance de ser útil.

Conocía muy bien el tema legal y discutía con convencimiento de diferentes materias, sin llegar a excesos en la discusión. Era sobrio, alejado del bullicio, tímido, de elogiable discreción.


Formé parte de su círculo de amigos en Bogotá. También pertenecía a la Comisión Primera de la Cámara y estuvimos 8 años en la Comisión de Acusación.    

Compartimos actividades legislativas y políticas y cultivamos una cercana y afectuosa relación, hasta un lunes negro por la tarde, hace un cuarto de siglo, en el que me golpeó la noticia de su cruel martirio.


Recuerdo que en Barrancabermeja, en medio de un intenso dolor, de gran indignación, organizamos una manifestación callejera para denunciar el crimen y demandar mejores destinos para Colombia. El país entero se estremeció por la villanía cometida contra quien desempeñaba con dignidad y sentido patriótico las labores de Procurador.


La vida es al mismo tiempo cruel e impredecible. El Procurador fue asesinado por orden de quien había sido nuestro compañero en la Comisión de Acusación. Yo reemplacé al entrañable amigo en la Procuraduría.

Credito
HORACIO SERPA

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