Los reclamos del Catatumbo

Muchos de los residentes en las capitales del país no comprenden por qué se habla de desigualdad social. Tienen servicios públicos buenos, vivienda, calles pavimentadas, colegio para los hijos, salud para toda la familia e ingresos estables y permanentes. Por mala fortuna no es lo que prima en todas partes y en todas las comunidades. Hay desigualdad, pobreza, exclusión, abandono y angustias.

Muchos de los residentes en las capitales del país no comprenden por qué se habla de desigualdad social. Tienen servicios públicos buenos, vivienda, calles pavimentadas, colegio para los hijos, salud para toda la familia e ingresos estables y permanentes. Por mala fortuna no es lo que prima en todas partes y en todas las comunidades. Hay desigualdad, pobreza, exclusión, abandono y angustias. Hay violencia, enfermedades, desnutrición, analfabetismo. 

Una de esas regiones abandonadas, con pobreza, “a la buena de Dios”, es el Catatumbo. Su gente sufre privaciones, necesidades, desamparo. En muchos puntos campea la miseria. Durante años han sufrido la violencia más atroz. Primero fue la guerrilla y luego el paramilitarismo. Muertes, persecución, desplazamientos. Como dijo un residente, “todavía sufren el azote de ambas plagas”.

Su gente, buena, perseguida, sufrida, está en actitud de protesta. Reclama, marcha, denuncia atropellos, pide soluciones. Son planteamientos justos a los que las autoridades deben prestar atención. 

La Fuerza Pública ha tenido que confrontar las acciones ilegales y los comportamientos delincuenciales durante largos y sangrientos años. Ha tenido triunfos y avances y debe reconocerse la infatigable y sacrificada tarea de soldados y policías. Pero siguen los violentos merodeando y causando daño. Y siguen las necesidades sociales. La acción militar y policial del Estado no se ha acompañado de soluciones. 

De ahí la airada protesta que a estas alturas ya produjo cuatro muertes. No hay que criminalizar los movimientos sociales ni creer que detrás de todas las protestas populares está agazapada la subversión. Las autoridades han denunciado esa clase de infiltraciones, por lo que los responsables de la repulsa ciudadana tienen que cuidarse de no permitir ninguna clase de interferencia. 

El diálogo productivo, sincero, ofrece soluciones. Paz en el Catatumbo. Inversión. Es lo que merece esta golpeada región.

Credito
HORACIO SERPA

Comentarios