Lo que Francisco expresó en EE.UU. y cayó en Cuba (última parte)

Robert Shaves Ford

Escribí el domingo anterior que el capitalismo ha sido el único sistema de la historia en el cual la riqueza no se adquiere mediante el saqueo, sino mediante la producción; no por la fuerza, sino por el comercio; y el único que ha defendido el derecho de los hombres a su propia mente, a su trabajo, a sí mismos. También dije que sobre el pensamiento social, económico y político de la Iglesia siempre gravitó una nostalgia medieval. Esa nostalgia implica cuestionar todo poder que se coloque por sobre la autoridad eclesiástica. Es en la teología católica donde deben inspirarse las leyes, la educación y la organización de la sociedad.

Que en EE.UU. se haya reunido con los “homeless”, es un acto de caridad el acercarse a los marginales, pero también eran “marginales en Cuba” los de la oposición a los Castro. De eso el Papa no habló.

En Cuba, la marginalidad extrema se da, sobre todo, en la política. Por eso vale preguntarse por qué se acercó a los marginados de un sistema y no a los marginados del otro.

El problema es que hacer crítica socio-económica en Estados Unidos después de haber evitado cualquier mención o contacto con los disidentes excluidos de la política en Cuba, inevitablemente suena demagógico.

También suena a demagogia el cuestionamiento al sistema económico que más innovación tecnológica produjo, posibilitando alimentar cada vez más a una población mundial en crecimiento geométrico. Sobre todo si proviene de una iglesia que, de gobernar el mundo como gobernó la Europa medieval, prohibiría los métodos anticonceptivos y el control de la natalidad, provocando un estallido demográfico que, en economías sin innovación tecnológica ni multiplicación de riquezas, generaría hambrunas y otras tragedias maltusianas. La iglesia católica siempre ignoró a Thomas Malthus y su ‘Ensayo sobre el principio de la población’: los habitantes crecen en progresión geométrica mientras los alimentos crecen en progresión aritmética.

Como a la modernización que amplió la capacidad de producir alimentos, bajando los niveles de hambre y de mortandad existentes en tiempos premodernos, la produjeron principalmente las economías abiertas y libres, la Iglesia debería replantearse, o bien su doctrina socio-económica, o bien su rigidez respecto de la anticoncepción y los controles de natalidad.

En esos dos terrenos, el castrismo está en las antípodas de la posición eclesiástica. Pero tampoco en eso hubo críticas papales.

Francisco respetó en Cuba los acuerdos de Juan Pablo II y Fidel Castro. Habrá tolerancia estatal para la práctica del catolicismo mientras que la Iglesia Católica no haga “politica”. Ambas partes cumplen con su parte del trato, por eso no hay “homeless” en Cuba a la vista del Papa, ni él los busca, ni sabe dónde están.

El Papa busca que los Estados Unidos levanten el bloqueo,de ahí su viaje La Habana y Washington. Muchos piensan que con el levantamiento Cuba llegará al primer mundo en cuestion de algunos años, pero si el ingreso promedio de un cubano es de 25 dólares al mes, una cifra razonable para un franciscano pero insuficiente para un jesuita, entonces ese “salto hacia adelante” se demorará y muchos homeless aparecerán en La Habana, pero por ahora los gestos críticos a la sociedad norteamericana que Francisco dejó a su paso por Estados Unidos, y los silencios de Francisco en Cuba, se pudieron escuchar.

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