El derrumbe del establishment

Alberto Rodríguez camina. El metro noventa y ocho de estatura hace que se destaque. Pero más aún llaman la atención sus trenzas, una barba tupida y desprolija y un buzo con aspecto de viejo y sucio que por momentos se arremanga. El presidente, Mariano Rajoy, lo ve cruzando el emblemático Palacio de las Cortes (el lugar donde sesionan los diputados españoles) y no lo puede creer.

El debate está asegurado. De un lado, la política tradicional, de saco y corbata, que no logra asimilar el dress code de estos nuevos diputados, aunque el reglamento del Congreso no obligue a usar un vestuario determinado. Del otro lado, aquellos que se venden como la “renovación”, “los progresistas”, aunque por ahora sólo se trate de una cuestión de estilos. De hecho, no son pocos: en esta nueva conformación de la Cámara de Diputados española, que entró en funciones a mediados de enero, 79 congresales tienen menos de 40 años. Y el 60 % de sus escaños (218 de 350) están ocupados por gente nueva en la legislatura. Podemos, el partido que amenaza a la política tradicional, cuenta con 65 bancas..

El peinado enmarañado de Rodríguez fue el centro de la escena “Tiene 33 años y el pelo tan largo como Cristo, aunque en su caso lo lleva en forma de ‘dreadlocks’, esa especie de sogas gruesas propias del tocado rastafari que han popularizado los músicos de reggae”,  y varios músicos afrocolombianos carentes de voz y de vergüenza.

Pero Rodríguez no es el único miembro de Podemos que generó polémicas. Al grupo de revoltosos se suman el secretario general del partido, Pablo Iglesias. El diputado, de 37 años, también tiene un dress code que alarma a la política tradicional: usa el pelo largo, las camisas arremangadas y jeans. Quien también causó un revuelo fue Carolina Bescansa. La flamante diputada entró al recinto con su bebé de seis meses y lo tuvo en brazos durante toda la sesión. Originaria de una familia de la alta sociedad, la mujer decidió unirse al partido antisistema Podemos. Y, claro está, no le molesta ser el centro de atención.

 Pero a  Rajoy, que viene del alto funcionariado de toda la vida, está descolocado. Para él es una verdadera invasión. La política no es el único tradicionalismo que está en tela de juicio, también lo está la familia real, salpicada por hechos de corrupción que involucran a la infanta Cristina. Rajoy logró calmarse cuando vio el precioso seno de Carolina y como el bebe chupaba con fuerza  socialista. 

El Congreso español dispone de una guardería, que se instaló en 2006. Aun así, la diputada Bescansa quiso tener consigo a su bebé, Diego, e inclusive lo amamantó durante la sesión. Tal vez copiando al Presidente Santos de Colombia ella sostuvo: “Es hora de llevar lo que hay en la calle a las instituciones y que esta Cámara se parezca más a nuestro país”.Todo seguirá igual hasta el 2 de mayo cuando nuevas elecciones inaguren, quizás, una nueva zarzuela. 

Credito
ROBERT SHAVES-FORD DUNOYER

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