El niño de la casa…

Robert Shaves Ford

El escritor mexicano Enrique Serna advirtió hace tres años en su Genealogía de la soberbia intelectual de los estragos terribles que puede causar en la sociedad la “pandemia de la comunicación superflua” alimentada por la revolución tecnológica y el uso compulsivo de las redes sociales.

En el año que comienza, millones de personas han vuelto a utilizar sus móviles para hablar sin decir nada y compartir idioteces y naderías varias veces por minuto. El cibernauta crónico, dice Serna, “se engancha con facilidad al Facebook o al Twiter como quien salta de la mariguana a las drogas duras sin advertir que está cayendo en una segunda adolescencia más dependiente y bochornosa que la primera”.

Todos y cada uno de nosotros, adultos responsables, podemos acusarnos de caer en comportamientos adolescentes antaño reservados a las jóvenes quinceañeras que se distraen leyendo recaditos en el móvil. Como adictos a la nueva droga. Y qué decir de esos escritores e intelectuales asomados compulsivamente a las redes sociales para saber cuánto se les quiere y cómo se les admira en el mundo virtual, que es ya es casi el único mundo.

Poco podíamos sospechar que esta regresión de la edad adulta a la adolescencia iba a llegar hasta la Casa Blanca. El presidente electo de Estados Unidos es un cibernauta crónico, enganchado a las redes sociales. Trump se comunica directamente con el pueblo americano a través de Twitter. Sin intermediarios. No da ruedas de prensa, ni discursos a la nación, propina tuits a discreción.

Incluso sobre cuestiones de seguridad nacional. Tan pronto le pega a la CIA, como amenaza a una empresa automovilística. Y lo hace de madrugada, al parecer con sus propias manos sobre el teclado. Produce pánico imaginarse la escena de un presidente insomne que se levanta de la cama a las 3 de la madrugada para dirigirse al Despacho Oval a atizar un tuit sobre lo primero que se le ocurra.

No somos sólo los desvalidos habitantes del planeta quienes tenemos miedo a lo que Trump pueda hacer desde la cima del mundo. El vicepresidente Joe Biden le ha pedido, casi rogado, que abandone la “adolescencia” y “madure” ahora que es presidente electo. Sabe Dios si eso será posible o si lo que ahora parece acabará por confirmarse a partir del próximo 20 de enero, entonces, tendremos un “enfant terrible”,un adolescente díscolo, millonario, pero ignorante de las cuestiones del mundo. Pero lo que hay que” admirar” y quedó en la trastienda, es ese grupo de Estados de la Unión, Estados pobres e incultos del peso que una democracia implica para su país y que optaron por un parlanchín, habitual defraudador de impuestos. El imperio comienza a caer… y un niño moverá la Casa.

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