San Chávez…

Robert Shaves Ford

Con un llamativo crucifijo sobre su pecho, Maduro, se ha puesto una vez más al frente de la reivindicación de la figura del “Gigante de América” en vísperas del cuarto aniversario de su “siembra”, que se conmemora este mes, y también por necesidad: el proceso bolivariano sufre hoy el desamor de Venezuela, su peor momento histórico. Maduro solo tiene 10 mil 500 millones de dólares de reserva algo así como 32 días de importaciones y pagos.

“Aquí amamos a Chávez”, rezaba un cartel detrás del primer mandatario. La segunda campaña en lo que va de año (la primera, en enero, se tituló Aquí no se habla mal de Chávez para contrarrestar los efectos de la serie ‘El comandante’ es un intento de profundizar en el culto al líder máximo de la revolución.

Y cómo no amarle, explica Diosdado Cabello, si entregó su vida para los pobres. No nos van a sacar al comandante del corazón, escuálidos (opositores), ni hoy ni mañana ni nunca, dentro de 100 años seguiremos hablando de Chávez.

Las encuestas, en cambio, desdicen al líder militar de la revolución: apenas el 17 por ciento de los venezolanos consultados por Datin Corp dicen amar a Chávez, mientras que más del 70 por ciento confiesa que ni le ama ni le odia.

Otro estudio, realizado por Datanálisis, sostiene que Chávez, el “Mesías de los Pobres”, mantiene un 30 por ciento de popularidad, lo que significaría una pérdida de 21 puntos en relación a la obtenida hace cuatro años. Peor lo tiene su sucesor, Nicolás Maduro, con apenas un 14 por ciento a su favor, en un continuo y sostenido retroceso. “Chávez es una especie de James Dean o Marilyn Monroe.

El chavismo sabe que su creador es y seguirá siendo su principal sostén, de ahí el empeño de profundizar su culto. La iglesia de la revolución tiene incluso sus propias capillas, como la que se levanta en Caracas a 200 metros del Cuartel de la Montaña, donde descansan los restos del presidente. Un punto de encuentro para los creyentes en San Hugo Chávez del 23 (en referencia al barrio revolucionario del 23 de Enero, en el oeste caraqueño), quienes rezan el conocido “Chávez nuestro que estás en los cielos”.

Una especie de culto sincrético que los dirigentes oficialistas no dudan en llevar a la práctica, incluso interpretando sus propios mandamientos: amar a Chávez sobre todas las cosas, no tomar el nombre de Chávez en vano, santificar las fiestas revolucionarias y honrar a tu “padre”, algo que Nicolás Maduro ha repetido todos los días desde que asumió la presidencia. Pero en este sincretismo hay hasta demonios y diablos: el Imperio y los opositores. Hasta ángeles caídos del cielo, como los chavistas disidentes de Marea Socialista, antiguos ministros (Giordani y Navaro Edwinro) y generales críticos como Miguel Rodríguez Torres y Clíver Alcalá.

El uso de las creencias religiosas del chavismo es una forma de hacer política. El reto es convertir al ciudadano en devoto y “esperar” un “milagrito”.

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