¿Trump como Capone?

Robert Shaves Ford

El conflicto entre las actividades empresariales de Donald Trump y su posición como jefe de Estado y del Gobierno de EE.UU. se complica. Por primera vez en la historia del país, dos entidades -un estado, Maryland, y el Distrito Columbia- han llevado a los tribunales al Presidente, al que acusan de violar su juramento de la Constitución al aceptar pagos de Gobiernos extranjeros y de autoridades de EE.UU. a través de su hotel en Washington.

Si el caso es aceptado por los tribunales, lo primero que van a pedir los demandantes es copias del secreto mejor guardado de Estados Unidos: la declaración de impuestos de Trump. El eje del debate gira en torno al Hotel Trump de Washington, en el que el Presidente es a la vez es propietario del inmueble -ya que éste pertenece al Estado, del que él es el último responsable -e inquilino- puesto que su empresa gestiona el hotel-. Tradicionalmente, los presidentes de EE.UU. han puesto sus activos en fideicomisos ciegos, es decir en manos de gestores cuyos nombres ni siquiera conocen. Trump ha roto con esa costumbre y, simplemente, se ha comprometido a dejar la gestión de sus empresas a sus hijos.

Ahí entra el hijo menor de Trump, Eric, que declaró a la revista económica Forbes en marzo que informa a su padre “de cosas generales, de la rentabilidad del negocio, pérdidas y ganancias, y cosas así”. En otras palabras: Trump sabe quién entra y quién sale del hotel.

De modo que Maryland y el Distrito de Columbia -donde está Washington- afirman que Trump está violando la prohibición constitucional de que los funcionarios públicos, incluyendo al presidente, reciban dinero de Gobiernos extranjeros o de alguno de los 50 estados que forman parte de EEUU. Además, dicen, el hotel de Trump en Washington compite de manera ilegal con otros establecimientos hosteleros de la capital, ya que se beneficia de su vinculación al jefe del Estado y del Gobierno.

El establecimiento del Presidente en Washington ha desbancado al Four Seasons del puesto de hotel favorito de las petromonarquías del Golfo Pérsico. Kuwait ha llegado al extremo de cancelar eventos en el Four Seasons y trasladarlos al Trump. Turquía, Arabia Saudí, y Georgia también han utilizado ampliamente el hotel del Presidente. Y Trump suele visitar el hotel, que ha sido calificado por unos republicanos en Twitter como “el único sitio en el que me siento seguro en Washington”. Eso da, además, ventaja al Hotel respecto a la competencia, según Maryland, el Distrito de Columbia y, también, varios hosteleros de Washington que han presentado otras demandas.

Es un frente legal más para la Casa Blanca, justo el día en el que la Justicia volvía a tumbar la controvertida Orden Ejecutiva de Trump que limita la entrada en EE.UU. de los ciudadanos de varios países de mayoría de población musulmana.

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