Las fórmulas de la corrupción

Robert Shaves Ford

Cuando la tentación es fuerte y la contención moral es débil, la corrupción es probable. Ésta es la fórmula que torna previsible el avance de la corrupción en esferas tan alejadas como la justicia y el trato de sentencias “vendidas “por magistrados y comediantes, por jueces que parecen egresados de universidades tipo garaje y claro por la mano “invisible “ de algunos miembros del Poder Legislativo, el cual da más de mil vueltas para ver cómo se juzgan entre sí en una “Comisión de Acusaciones” y ahora en un “ Tribunal de Aforados”, el cual ya es rechazado por las Cortes. Nadie hizo nada. El anterior fiscal no solo guardo mutis en el foro sino prefirió adorar a Mamón

Cuando buscamos de veras la imparcialidad, no nos es tan fácil encontrarla. Es por eso que viene de antiguo la búsqueda de un juez imparcial que dirima nuestros conflictos de intereses desde fuera de nosotros. Un juez que no sea demasiado próximo a nosotros mismos ni, naturalmente, a nuestros rivales.

Tendemos a pensar en la corrupción como en algo burdo, grosero y evidente, pero con frecuencia es más sutil. Actúa como corrupto aquel que no obedece a las reglas de la imparcialidad en un pronunciamiento dado. Aquel que no respeta su obligación de mantenerse imparcial entre las partes en conflicto, sea un juez o un tercero. Francisco, Papa, tendrá ahora en su visita que declarar: “Vengo a bendecir la paz de Santos” o simplemente repetir varias veces que él es un Pastor y por lo tanto su visita y su mensaje son tan solo “Pastorales” Por eso la confianza en un juez es la mayor prueba de imparcialidad que se les puede ofrecer a las partes. Quizás la mejor manera de prevenir la parcialidad sea el reconocernos como imperfectos.

De estas todas estas consideraciones, surge una evidencia: no hay función más sublime que la del juez. Gracias a ella, colocamos una persona por encima de todas las demás y le damos nuestra confianza. Delegamos en un tercero la función de juzgar. Cuando así procedemos con rectitud de conciencia, brota la paz y no requerimos que un tercero la pregone. ¿Nuestra región se ha ido conformando país por país o está agregándose parte por parte hasta conformar un todo? Con otras palabras, ¿podemos definir, ya, a América latina como si fuera un conjunto? ¿O es al contrario una suma despareja de naciones, cada año más distante entre ellas?

¿Cuál es en suma nuestro destino regional? Todo parece indicar que la proliferación de sobornos, coimas y contribuciones encubiertas son una tarea casi diaria ¿Somos una región convergente o divergente? ¿Habrá al fin una sola América latina o, al contrario, varias? En esta última pregunta divergen dos destinos: el de la América multinacional o el de la América diversa. Muchas Américas latinas que se alejan más y más unas de las otras o una sola América latina convergente, cada día más unida en un solo argumento. De más está decir que preferimos la segunda, pero lo que más tememos es la primera.

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