La estantería bolivariana cruje

Robert Shaves Ford

El líder bolivariano Rafael Correa, quien se autotitulaba “el académico”, ya no es más presidente de Ecuador. Hoy vive semiexiliado en Bélgica, en una suerte de sospechoso paréntesis. Lo ha reemplazado Lenín Boltaire Moreno Garces, de 64 años de edad, quien es el único Jefe de Estado del mundo que se mueve en silla de ruedas.

Con una buena formación académica y profesional, antes de sumergirse en el mundo de la política militando en la izquierda, Moreno se dedicó esencialmente a trabajar la industria turística. Fue dos veces vicepresidente de Rafael Correa y luego residió brevemente en Ginebra como enviado especial del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, en materia de discapacidad.

Se coronó presidente con el 51,16% de los votos, derrotando al empresario Guillermo Lasso. Sorpresivamente, parece haber empezado a distanciarse lentamente del evangelio marxista y del discurro populista bolivariano.

Tan es así, que se ha pronunciado críticamente sobre la situación de Venezuela, sin mantener el endoso en blanco a Nicolás Maduro propio de sus “compañeros de ruta” Evo Morales o Daniel Ortega. Ocurre que acaba de condenar explícitamente la violencia del régimen de Nicolás Maduro y de repudiar la preocupante situación de los más de 600 presos políticos que Maduro tiene privados de la libertad.

La actitud naturalmente supuso tener que enfrentarse con su propio vicepresidente, Jorge Glas, un cuestionado bolivariano, absolutamente incondicional respecto de Rafael Correa, que ahora aparece asediado por acusaciones de corrupción que estallan -una y otra vez- en torno a la actividad ecuatoriana de la constructora brasileña Odebrecht.

Además, su cambio de posición derivó en la necesidad de proceder a remover, de inmediato, a los embajadores de Ecuador ante Venezuela, Cuba y los Estados Unidos.

Para alarma de Rafael Correa, Lenín Moreno ha retirado además todas las facultades, funciones y atribuciones a su vicepresidente, Jorge Glas.

Moreno parece asimismo estar tratando de armar una base política propia, para lo que hasta está intentando un acercamiento con los movimientos indígenas, aquellos que en su momento se habían distanciado abiertamente de la gestión de Rafael Correa.

Lejos de pensar que heredó una situación económica confortable, Lenín Moreno es realista y sabe que la pinza cruel que conforman el endeudamiento externo excesivo que debe el 54% del PBI, y que la fuerte caída de los precios internacionales del petróleo crudo y los daños provocados por el terremoto de Manabí del año pasado, dejan una situación complicada. Agobiante.

El riesgo político latente es ciertamente el de la fractura o división del oficialismo ecuatoriano, o sea de la llamada ‘Alianza País’.

Como el oficialismo tiene una mayoría frágil (de apenas cinco bancas) en la Asamblea Nacional, la situación política ecuatoriana podría, de pronto, complicarse muy rápidamente. Y entonces su gobernabilidad también. No obstante, para América Latina toda, lo que parece haber comenzado a suceder en Ecuador puede abrir la posibilidad de que el nefasto entramado político bolivariano pierda viento y posibilite que, tanto sus embates contra la democracia como sus frustrantes e ineficaces fórmulas colectivistas, dejen de ser un obstáculo para el crecimiento regional.

Comentarios