Temor en el Báltico

Robert Shaves Ford

Suecia, país esencialmente sereno y pacífico, desarrolla sus más grandes ejercicios militares de los últimos tiempos. Hace por lo menos 23 años que el país nórdico no hacía maniobras con sus fuerzas armadas de dimensiones semejantes. La razón es una, simple y clara: el temor justificado al actual expansionismo ruso, precedido de una larga, agresiva y preocupante historia. La invasión rusa a Crimea y Sebastopol, en 2014, no sólo ha sido una acción claramente ilegal aplaudida en su momento por Venezuela, Argentina, Bolivia, Nicaragua y algunos países africanos, sino una que ha generado temores en todo el Báltico.

Por eso Suecia, que no pertenece a la Otan, puso en marcha las significativas maniobras militares aludidas, denominadas ‘Aurora 17’. Ellas simularon una invasión rusa. Con todo realismo. Porque ésa, y no otra, es la gran preocupación actual en ese rincón del mundo.

Mientras tanto, Rusia y Bielorusia organizaron sus propios ejercicios militares, en paralelo. Los denominados ‘Zapar’ (oeste), como para tratar de mostrar que los recelos tienen efectivamente alguna razón de existir. Aunque quizá no sea así. Involucrando en ellos a más de 20.000 hombres. Estos ejercicios intranquilizan, cual pesadillas. En 2009 ellos simularon una invasión a Ucrania. Cuatro años después, un bombardeo a Estocolmo.

Los “juegos de guerra” suecos consistieron esta vez en un entrenamiento intenso frente a la ficción de una doble invasión rusa: a Estocolmo y a la estratégica isla Gotland, emplazada en el medio del Báltico, en la que ahora Suecia ha vuelto a emplazar un contingente militar permanente, para tratar de evitar eventuales “zarpazos” sorpresivos.

Hablamos de soldados que participaron -con sus modernos armamentos- en el ejercicio, entre los que hubo 1000 soldados norteamericanos. Y un abanico de contingentes militares daneses, estonios, finlandeses, lituanos y noruegos. Un verdadero universo de banderas amigas que decidieron acompañar a los suecos en su preocupación. Más de la mitad de las modernas fuerzas armadas suecas fueron, además, convocadas.

En estos tiempos Suecia ha sufrido algunos incidentes lamentables, pero llenos de simbolismo. Entre ellos, la incursión de un submarino no identificado en el archipiélago cercano a su capital, que -perseguido que fuera con cargas de profundidad- logró escapar. Y vuelos amenazadores de aviones militares rusos (a veces sin identificación ostensible) que simulan participar en un ataque aéreo a Estocolmo, cambiando repentinamente de rumbo, a último momento.

Cabe agregar que -frente a esta incómoda realidad- el gobierno de centro-izquierda sueco ha aumentado notoriamente el presupuesto militar de su país y restablecido, sin mayores protestas, la conscripción militar de sus jóvenes. Es evidente que, al menos en el Báltico, no hay mucha confianza en la gestión del presidente Vladimir Putin.

Los rusos planifican, para luego del invierno, ejercicios militares en Bielorusia, es decir en la puerta de Polonia y a unos cientos de kilómetros de Alemania. La gran pregunta es qué hará la Otan y el Hotelero que esta al frente de USA.

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