Trump Y Jerusalem ¿Qué hay detrás?...

Robert Shaves Ford

Luego de la polémica decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump de trasladar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, muchas han sido las reacciones, especialmente porque su iniciativa sufrió un revés en el seno de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuando 128 Estados miembros votaron en contra de que se realizara dicho movimiento.

Pero fuera de esta declaración hay que ver un poco más allá del primer telón y ver qué es lo que en realidad está por pasar.

Uno de los grandes aportes de Isaiah Berlin fue su Teoría de las Verdades Contradictorias. Dos argumentos totalmente contrapuestos pueden ser verdaderos; ergo, no hay una sola respuesta verdadera para cada problema humano y, hallada ésta, deben ser rechazadas como falsas todas las que se le contrapongan. Esta clave de interpretación de la realidad que aportó el filósofo británico es útil en la cuestión Jerusalén.

Ningún pueblo en el mundo tiene un vínculo tan antiguo y profundo con una ciudad, como el que tienen el judaísmo con Jerusalén. Basta ver la cantidad de veces que la ciudad aparece mencionada en el Antiguo Testamento y las más de mil veces que la menciona el Talmud, para avizorar la ancestralidad y profundidad del vínculo. Sin embargo, la verdad de este vínculo no invalida la verdad del vínculo palestino ni resta veracidad a la posición de la ONU insistiendo en mantener las embajadas en Tel Aviv hasta que ambos pueblos completen la aplicación de la resolución del año 1947 y acuerden el estatus definitivo de Jerusalén.

Que ese estatus aún esté en un limbo para el derecho internacional no sólo es consecuencia de la intransigencia de Benjamin Netanyahu. Los primeros en no reconocer la resolución que creaba dos estados, impidiendo el nacimiento del Estado palestino, fueron los vecinos árabes que iniciaron la guerra de 1948, dejando la ciudad dividida entre Israel y Jordania.

También tuvo responsabilidad Yasser Arafat al rechazar en el Camp David II, en el año 2000, las propuestas que le hizo Ehud Barak concediendo una porción de la ciudad como capital de los palestinos.

Por cierto, Netanyahu congelando las negociaciones y plagando de asentamientos el lado oriental de la ciudad y buena parte de Cisjordania, acrecentó el aislamiento internacional de la posición israelí.

¿Sirve para revertir ese aislamiento la decisión anunciada por Donald Trump? ¿Fue un favor a Israel o fue un abrazo del oso o hay algo oculto?

A simple vista, el anuncio de Trump causó más riesgos y cuestionamientos que beneficios al Estado judío. Un presidente desprestigiado internamente y a nivel mundial, sólo consiguió que respalde públicamente su decisión un criminal impresentable, como el presidente filipino Rodrigo Duterte. Lo demás, fue críticas.

Desde la dirección de la OTAN y la ONU, hasta gobiernos aliados y conservadores como el británico, el alemán y el español, rechazaron la decisión de Trump. ¿Resultado? Se puso sobre el tapete un tema que Israel prefiere fuera de la agenda internacional.

De ese modo, como desde lo visible resulta difícil de entender el favor de Trump al país que pretendió beneficiar, es posible que la explicación de esta paradoja se encuentre en una dimensión no visible.

Dicho de otro modo, para dilucidar la lógica de trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, se puede plantear una hipótesis optimista y una hipótesis patética. La hipótesis optimista es que Netanyahu se dispone a relanzar la negociación de paz próximamente, anunciando una concesión importante a los palestinos. El anuncio sería bien recibido por la comunidad internacional y permitiría avanzar hacia un acuerdo final, que alumbre un Estado palestino.

Con vistas a esa gran concesión, Netanyahu buscó un blindaje a la soberanía israelí sobre la totalidad de Jerusalén, manteniéndola como capital “indivisible”.

Esta hipótesis es optimista porque presupone que el anuncio de Trump tiene una lógica dentro de la búsqueda de un acuerdo de paz, y que esa lógica implica una concesión que tendría importantes beneficios para los habitantes de Cisjordania y Gaza.

De ser ésta la lógica del sacudón causado al statu quo, se supone que los estados árabes con los que Israel tiene buenas relaciones (Jordania y Egipto) y la potencia sunita con la que ha tejido acuerdos para frenar la influencia iraní, Arabia Saudita, habían sido informadas con antelación de que Trump anunciaría la mudanza diplomática.

Los hechos dirán si esta teoría se acerca a lo correcto, o si la hipótesis más cercana a la verdad es la que resulta patética. La veracidad de esta segunda hipótesis deviene de la naturaleza comprobable de Trump, que no es precisamente la de un lúcido estratega, sino la de un pateador serial de tableros.

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