Evo, al estilo de los dictadores africanos

Robert Shaves Ford

Hace apenas dos años, el controvertido presidente boliviano, el mestizo Evo Morales, convocó a un referendo para dejar de lado el artículo 168 de la Constitución de Bolivia, que limita expresamente la posibilidad de reelección presidencial continua a un solo periodo. Calculó mal y lo perdió. El No se impuso con el 51,3% de los votos, pese a la maquinaria oficial que, desde la cima del poder, impulsara el Sí.

En seis de los nueve departamentos en los que está dividida Bolivia, el No prevaleció. Morales sólo triunfó en otros tres: La Paz, Oruro y Cochabamba (departamentos de mayoría indígena). En los departamentos de Tarija y del Beni, donde Evo Morales es y ha sido siempre resistido, el líder mestizo no logró alcanzar un 40% de votos en su favor.

Pero a Evo Morales le importa poco la voluntad de su pueblo y mucho la posibilidad de permanecer aferrado al poder sin límites temporales. Acompañado de su poco democrático vicepresidente, el marxista comunal Álvaro García Linera, la eminencia gris de su gobierno.

Por eso, el No de las urnas, a las que concurrieron más de cinco millones doscientos mil bolivianos, no ha detenido las ambiciones de poder de ambos personajes. Evo Morales había afirmado que respetaría el No, en diferentes oportunidades públicas.

Curiosamente, hasta algunos políticos españoles de izquierda respaldan ahora abiertamente a Evo Morales. Entre ellos, el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero (a quien llaman ‘El Supositorio’). Lo que es toda una inexplicable realidad, que no cabe silenciar.

¿Por qué podría Evo Morales, de pronto, salirse con la suya?

Sencillo, el Tribunal Constitucional Plurinacional de su país, ante la presentación de una “acción abstracta” por parte del partido de gobierno: el “Movimiento al Socialismo” (MAS), le dio “vía libre” a una nueva candidatura. Lo hizo sobre la base que, de lo contrario, se estarían “violando sus derechos políticos bajo el Pacto de San José de Costa Rica”. (UFF!!!)

Concretamente, se invoca el presunto derecho de Evo “a la participación política irrestricta”. Protegido teóricamente por el artículo 23 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos. El Pacto de San José de Costa Rica tendría para el mencionado alto tribunal boliviano, en la llamada “pirámide jurídica”, una “jerarquía normativa superior” a la de la Carta Magna boliviana y, por ello, no podría ser contradicho, ni directa, ni indirectamente.

Desde la OEA, el Secretario General de esa organización, el excanciller uruguayo Luis Almagro, instó a Morales a respetar la decisión popular que dijo No a sus ambiciones. Ese pedido encontró oídos sordos.

Para Evo Morales la “alternancia” en el poder no es uno de los elementos esenciales de las democracias.

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