Cosas que pasan

Sinforoso

Algunas reflexiones sueltas del primo Godoberto Castro:

El domingo en la noche invité a mi cuñado barranquillero, Lucho Guerra, a tomar una copa de vino; y de inmediato exclamó: “Echeeee, no me hable de copas en estos momentos que acaban de quitársela al Junior”. Le ofrecí entonces una cervecita, pero sólo tenía Corona, y ahí la cosa empeoró: “no menciones la corona por favor, que esa también se la robaron”. ¡Tronco e domingo negro pa´ los corronchos no jodaaaa!

Si usted revisa la infraestructura vial de nuestra Capital Musical, verá que tenemos sólo la avenida 5ª, la Ferrocarril, La Guabinal, La Ambalá y la 60. Si mira un poquito la historia, encontrará que en todas esas obras, intervino Francisco Peñaloza, quien además restauró el Teatro Tolima, construyó el Centro de Convenciones, el edifico de la Beneficencia, la Plazoleta Darío Echandía, reestructuró la empresa de servicios públicos, el Ibal, el relleno sanitario; y, éste sí, preparó la ciudad para los Juegos Nacionales de 1970, con obras deportivas que sobrevivieron 50 años, hasta la llegada del impune cáncer que ya todos conocemos. Entonces, se deduce que sólo hemos tenido un alcalde. Los demás no existieron, son un borrón en la historia, dan ganas de llorar, o de formar un nuevo grupo insurgente que se dedique a realizar los juicios sumarios que tanto necesita esta Patria Boba; a ver si en unos años los indultan por algo que valga la pena (al grato grupo insurgente, por supuesto).

La fluctuación de los precios en el mercado se explica; en unos casos, por la relación entre la oferta y la demanda; y, en otros casos, por la inercia inflacionaria. Demos un ejemplo. Hoy el petróleo vive una sobreoferta de producción y una baja demanda, lo que causa la caída de los precios. Ese es un claro caso de desequilibrio entre la oferta y la demanda. Otro ejemplo es el siguiente: en la vida política hay una sobreoferta de políticos estúpidos, una especie de lumpen desastroso, sin que exista demanda del consumidor final, y mucho menos de la justicia, donde no hay una mínima demanda. Sin embargo, esa escoria sale costosa y sobrevalorada. Esa pauperización de nuestra socavada existencia vendría a ser como un vulgar ejemplo de la inercia inflacionaria.

La Primavera Árabe y la Ciudad de la Eterna Primavera, se parecen: ambas tienen flores en los barrios y en los cementerios.

Por todas partes se oye decir que el Centro Democrático, logró la aprobación de las Zonas de Interés de Desarrollo Rural (Zidres); ese adefesio con el que se legalizarán los baldíos, en favor de los empresarios que se han adueñado de la tierra desde hace décadas. A mí las cuentas no me dan. En el congreso hay 102 senadores y sólo 21 son del Centro Democrático. Entonces; quien aprobó el esperpento fue la Unidad Nacional. Eso establece la diferencia entre Uribe y Santos. Con el primero, la garra firme, la pistola y las balas, están sobre la mesa, y uno por lo menos puede mirar de frente al adversario y saber a ciencia cierta, qué negocia. Con el segundo, lo único que hay sobre la mesa es un tarrito de vaselina, y uno se siente tan tentado de agacharse y pedir perdón musitando sobre las cuatro patas: “Presidente, disculpe que le dé la espalda”.

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