La ciudad de las motos

Sinforoso

Con motivo del creciente aumento de la accidentalidad por causa de los conductores de motocicletas, nuestro compadre Pacho Centeno, envió las siguientes reflexiones:

No hay nada que transforme más a una persona que tener una motocicleta. Una cosa es una persona abajo de su motocicleta y otra cosa es montada en su motocicleta. Es lo mismo que Dr. Jekill y Mr. Hyde, pero sin pócima transformadora.

Abajo son buenos padres, buenos hijos, buenos esposos, buenos amantes y hasta buenos ciudadanos. Arriba se olvidan de todo eso y se convierten en seres irreconocibles. No todos, valga la aclaración.

Los peores son los que nos despiertan a la 1 de la mañana con sus motos de alto cilindraje haciendo piques por las calles de la ciudad. Pobrecitos, yo los entiendo. Como el gobierno no les hace un motódromo para correr (como si lo hacen con los skaters, ya que en la actual administración, si no eres adicto a la cannabis, no tienes muchas garantías), se toman las vías despertando a medio vecindario. ¡Maldito gobierno que no garantiza su dosis diaria de adrenalina!

También están los que salen en caravana para demostrarnos que hacen parte de un colectivo social. Los hay de varios tipos, o mejor estratos: están los que tienen una pinche moto de dos tiempos, manejan en chanclas, bermuda, camiseta, gorra de reguetonero y no usan casco. A estos es mejor no decirles nada, porque “Tropicana está de moda niño”.

Están los que se montan un club de amigos de la misma referencia de la pinche marca y se estacionan ordenaditos en una esquina principal, ante la imposibilidad de pagarle un local al pinche club. No me imagino sus conversaciones: –¿Vieron que ya están vendiendo la BwsX modelo 2017? –¿Pero si apenas estamos en abril de 2016?. –Hay que comprarla ya para ganarnos la valorización.

También están, por supuesto, los que se ufanan de tener motos que cuestan igual que un carro de alta gama y se disfrazan de rufianes de película de los 80, pero que en el fondo son bellas personas cuando regresan a sus casas y oficinas.

Estos quieren que les envidien la motocicleta importada, pero los transeúntes terminamos admirando el derriere de la chica que los acompaña, disfrazada de mesera de bar de rufianes de película de los 80. Aún es un misterio si a estos personajes, también los representa “El Renegado”.

Por último están los demás, los que no tienen club ni se disfrazan de nada distinto a ellos mismos, pero que una vez se montan en la motocicleta olvidan que son buenos padres, buenos hijos, buenos esposos, buenos amantes y hasta buenos ciudadanos, y se van saltando en el recorrido las normas básicas de la movilidad y la seguridad vial.

Esos que en futuras declaraciones del alcalde Jaramillo, están esperando que les habiliten un carril exclusivo para poder conducir en estado de ebriedad, de manera que se pueda infringir la ley, con total seguridad, así, así mismito; como están proponiendo con los marihuaneros, a los que se les quiere dar la cannabis, para evitar que andar trabados por ahí, sea tan inseguro.

Comentarios