Horrenda Tamalada

Sinforoso

Como buenos tolimenses, amantes de la envidia, la desidia, complacientes con la corrupción y comprometidos con las fiestas populares, nos fuimos a festejar el Día del Tamal. Fue grato encontrar baños públicos aseados, buen sonido, logística, en general el evento bien organizado.

Realizar el homenaje al tamal nuevamente en el Centenario fue una buena cosa. El burgomaestre está comprometido con la recuperación del espacio público. Cómo estará de comprometido que ofreció la ciudad como campamento para los guerrilleros de las Farc. Eso sí es querer aumentar el caudal electoral de la izquierda. Ahora sólo necesita convencernos de que Marco Emilio Hincapié, siempre ha sido un revolucionario militante infiltrado en el Partido Liberal.

El único lunar de la actividad, además de los volantes que repartió Jorge Turbio, fue el tamal. Ni más ni menos. Debo admitir con tristeza que los tamales más horrendos que he probado en mi vida, fueron los del solemne evento. Extrañé las épocas en las que Santiago Vargas se encargaba de organizar el Día del Tamal, y lo primero que estandarizaba, eran las condiciones de calidad del producto. Si el invitado principal de la fiesta, el tamal, no está de gala, nos jodimos.

La peor decepción, con estafa incluida, provino de los “Tamales de Purificación”. Ante la primera cucharada, mi desencanto fue terrible. La conversación con el responsable del stand fue muy curiosa: – Estos tamales no están picantes, como los de Puri, le dije.

El sujeto respondió: – Es que a la gente de Ibagué no le gusta el picante. Y yo: – ¿Por qué los hacen con tanto arroz? La masa debe ser de maíz y esta terriblemente seca. Y el sujeto: - Es que con arroz queda mejor. Y yo: - ¿Y donde está la buena presa de carne de cerdo y de res? A lo que el sujeto contestó: - Preferimos ponerle más pollito porqué es saludable.

Sospechando del sujeto le pregunté si conocía la vereda de Chenche, que produce los mejores tamales del Tolima. El sujeto no tenía ni idea de la existencia de la vereda. Yo increpé exaltado que éstos, no eran tamales de Puri y él me explicó que el nombre del tamal, era porque su abuelita tenía un novio transportador que de vez en cuando viajaba a Puri y pasaba al pie de un puesto de achiras de una señora que tenía un primo que en la navidad hacia natilla donde un amigo que le prestaba la cocina, y que en esa cocina hacían tamales de Puri cada cinco años. Por eso los suyos son tamales de Puri.

Desde esta columna, Sinforoso envía un mensaje de auxilio para el tamal de Purificación. Si el Gobernador Barreto y el Alcalde Jaramillo, que son de partidos distintos, pueden trabajar juntos, pues Diego Murillo (que promete ser uno de los mejores alcaldes del Tolima), debe limar asperezas con el Gobernador Barreto, y ambos, más azules que el kilométrico, trabajar para proteger la “Denominación de Origen” del tamal.

El bocadillo veleño es el de Vélez, el resto es dulce de guayaba. Champaña es la que se produce en la región de Champagne, los demás son vinos espumosos y los demandan si usan el nombre de “Champagne”.

Alcalde Murillo y Gobernador Barreto, por favor trabajen juntos defendiendo el tamal de Puri. Es una tradición que no se puede andar rifando. Que no nos metan gato por liebre. Un feo tamal vendido como purificense, es peor que afirmar que Marco Tulio Hincapié tiene un corazón proletario.

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