Mil paquetes y un Ñeñe

Daniel Felipe Soto

Si uno tomara un pasquín de las águilas negras u otra organización narco-paramilitar, le hiciera unos pequeños ajustes de estilo, suprimiera los madrazos y groserías, quedaría como el comunicado de prensa emitido por el Centro Democrático el 9 de marzo.
PUBLICIDAD

En ambos textos es fácil identificar que para ellos los responsables de la hecatombe nacional, son los partidos y movimientos de izquierdas, periodistas, medios de comunicación; en general, cualquier persona que piense distinto al gobierno y se atreva a cuestionar la “honorabilidad” del “presidente eterno”.

Ahora los áulicos del senador Uribe Vélez -algunos afiliados al Centro Democrático otros a alguna organización que según el Director Nacional de la Policía no está aún registrada- se lanzan a la defensa acérrima y ciega de su líder. Esta vez con ocasión de las graves denuncias hechas por el reconocido periodista Gonzalo Guillén sobre una posible operación de compra de votos liderada por el narcotraficante ‘Ñeñe’ Hernández, que involucraría al senador Uribe Vélez y al presidente Iván Duque.

El periodista Julián Martínez reveló la identidad de la mujer que se comunica con el Ñeñe, la cual le da indicaciones precisas sobre la necesidad de corromper al sufragante en la costa norte de Colombia. Se trata de la señora María Claudia Daza miembro de la Unidad de Trabajo Legislativo del Senador Uribe; es decir, una persona de confianza y cercana al expresidente, quien ha trabajado varios años al lado de él.

Como siempre, alguien debe responder, esta vez le correspondería a la fiel colaboradora del senador. En las transcripciones de las grabaciones se puede leer cuando ella advierte: “me mandó Iván y Uribe (…) tenemos que ganar en La Guajira”. El expresidente acepta que “Caya” Daza es quien aparece en las transcripciones, pero se lamenta del gran abuso cometido contra él y Duque. Niega rotundamente -al igual que Duque- cualquier vínculo o cercanía con el señor Hernández, pese a las numerosas fotografías y videos donde se les ve como hermanos, tal como lo sentía el Ñeñe.

Sin embargo, no es posible entender cómo una asesora se consigue ‘mil paquetes’ -increíblemente con la trepada del dólar siguen siendo mil millones de pesos- y sean destinados para comprar votos a favor de Duque, y nadie del partido de gobierno se entere.

Mejor dicho, la señora ‘Caya’ Daza resultó ser de mano firme para comprar votos y de corazón tan grande que ni su beneficiario ni su jefe se enteraron. Como decía la abuela ¡no dejes que tu mano izquierda sepa lo que la derecha hace! Pero afortunadamente no solo la izquierda se enteró, sino todo el país, y hoy está en el banquillo la legitimidad de la elección presidencial. El país necesita acciones contundentes por parte de las autoridades en este asunto. La cloaca política no puede seguir dirigiendo los destinos de los colombianos. No dejemos que el Coronavirus nos haga olvidar el Ñeñevirus o el más letal, el Uribevirus. Sumado este nuevo escándalo a las declaraciones de Aída Merlano le podamos dar la razón parcialmente a Roberto Gerlein cuando decía: “la compra de votos es una tradición (…)“. Y digo parcialmente, porque esta práctica “tradicional” es propia de quienes ven en la política un negocio que requiere importantes inversiones y no de quienes luchan por una Colombia humana.

DANIEL FELIPE SOTO MEJÍA

Comentarios