Aprendamos del mundo

Colombia podría convertirse en un paraíso turístico si potenciamos al menos algunos enclaves como nuestras maravillosas costas, con vías de comunicación e instalaciones de primer orden.

Los viajes nos enriquecen de enseñanzas y experiencias. Voy a compartir con los lectores que tuvieron la paciencia de seguir las crónicas de mi viaje por Croacia y los países bálticos algunas de ellas, relacionándolas con nuestra realidad colombiana.

Se trató de regiones con un contexto físico, geográfico y cultural muy diferente al nuestro, pero en las cuales habitan seres humanos como nosotros, con análogos problemas, necesidades y esperanzas. Nuestro país es más joven, vital e inexperto y no ha recorrido tan larga historia de guerras y dominaciones. Somos un país con recursos enormemente superiores pero (sin referirme a la violencia, la corrupción y el narcotráfico) “desperdiciado e injusto”. Somos irracionales en la utilización de nuestras riquezas materiales y humanas y no hemos logrado un contexto decente de convivencia y respeto mutuo. Estamos fallando particularmente en justicia y cultura.


Nuestras desigualdades son aberrantes y abismales, y repugnante nuestro deterioro social. En aquellos países la gente tiene que hacer grandes sacrificios para ganarse el pan, pero tiene resueltas básicamente sus necesidades. Existe el desempleo, pero no pulula el seudoempleo informal. No se ven mendigos ni recicladores hurgando la basura, ni gente durmiendo a la intemperie, ni vendedores ambulantes en las calles y semáforos, porque hay un legislación laboral justa. Los horarios de trabajo son más duros y hay menos vagancia que entre nosotros; sus salarios son reducidos; jubilarse no es fácil y austeras e igualitarias las pensiones, pero todos tienen asegurada una vejez digna. Los servicios de salud son los esenciales pero su acceso es equitativo. Nuestra peor tara es pues la desigualdad de oportunidades y la injusticia en el acceso al bienestar.


Estamos desperdiciando nuestros recursos. Es absurdo que en medio de nuestra abundancia haya pueblos sin agua potable y gente padeciendo hambre. Esos países tan pobres saben aprovecharlos inteligentemente. Estonia y Letonia, sus bosques; Polonia y Lituania, la agricultura, la minería y la industria naval y todos, en particular Croacia, el comercio y el turismo. Debemos hacer un balance de nuestros recursos y un análisis a fondo de cómo estamos utilizando nuestras aguas, tierras cultivables, minerales y nuestras bellezas y en particular cómo estamos educando a nuestro pueblo. ¿Estamos cultivando aquellos productos más necesarios para el consumo interno y aquellos con los que podemos competir internacionalmente? ¿Lo estamos haciendo racional y técnicamente? ¿Los sistemas de mercadeo son los adecuados? ¿Cuál es nuestra política de utilización de las aguas y la defensa de las fuentes hídricas?


Colombia podría convertirse en un paraíso turístico si potenciamos al menos algunos enclaves como nuestras maravillosas costas, con vías de comunicación e instalaciones de primer orden. Nuestro país es un contraste entre maravilla natural y degradación humana. ¡Pellizquémonos!

Credito
REINALDO SUÁREZ DÍAZ

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