¿En Ibagué se planea o se improvisa?

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La posible ampliación de la medida de pico y placa, el rechazo de los gremios económicos ante dicha decisión, la opinión negativa de la ciudadanía, el pronunciamiento del alcalde y la jornada del No carro, nos guía la mirada hacia la problemática de transporte y movilidad en nuestra ciudad y enciende las alarmas sobre la improvisación y falta de cohesión que se vive en la Alcaldía de Ibagué.

El Nuevo Día, registró el 30 de enero la noticia de un posible cambio de pico y placa durante todo el día y en toda la ciudad, según lo había dado a conocer un comité de movilidad donde participan la Secretaría de Tránsito municipal y los transportadores, así como otras secretarías.

El Alcalde de Ibagué, después de recibir serias críticas, sale el 5 de febrero en Ecos del Combeima diciendo que no creía necesaria dicha medida y que no estaba en pie. Lo anterior resulta una viva muestra de improvisación por parte de las autoridades de tránsito que no tienen un estudio técnico fiable ni contaron con la opinión de la ciudadanía para tomar esta decisión. Lo anterior devela el teléfono roto existente entre el Alcalde y esta Secretaría.

El mismo 5 de febrero se desarrolló el Día del No carro en Ibagué, del cual nos queda claro a los y las ciudadanas que quienes generan el caos vehicular no son los carros particulares, si no los de servicio público.

Para nadie es un secreto que este tipo de transporte circula en total desorganización y anarquía por las calles de nuestra ciudad. Es un lugar común ver las busetas desocupadas en ciertas horas del día y recogiendo pasajeros en cualquier lugar. También nos resulta común los padecimientos que viven los ciudadanos con este transporte.

Ante dicho servicio los y las ibaguereñas, generalmente se exponen a dos complicadas situaciones: la primera es a llegar a tarde, porque los conductores de estos vehículos pueden durar 10 minutos pasando por una cuadra si así les conviene o desean, esto sin que ninguna autoridad diga nada y sin que ellos mismos tengan consciencia del perjuicio que generan a sus pasajeros, y la segunda situación es exponerse al peligro por el exceso de velocidad, debido a la guerra del centavo donde estos conductores parecen apostando carreras a muerte con otros autobuses, olvidando que llevan vidas humanas.

Ibagué necesita con urgencia una ciudadanía que se pronuncie, que no se quede callada ante las arbitrariedades, las injusticias y la corrupción, también requiere una ciudadanía empática, pacífica, consciente de la convivencia con el otro en lo público, que respete su ciudad, sus entornos, que no bote basura a la calle, respete las señales de tránsito, que no coja a pitazos a la gente ni a los otros carros, que tenga como premisa la amabilidad, la solidaridad y el servicio a la gente.

Ibagué nos necesita firmes y amorosos en la tarea de propiciarnos entre todos una mejor calidad de vida. De igual forma, Ibagué requiere unos dirigentes eficientes, responsables, comprometidos y con una visión de ciudad no a 5 ni a 10 años, si no con una proyección a largo plazo que permita realizar obras bien planeadas y en beneficio de toda la comunidad.

Credito
EL NUEVO DÍA

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