¿Usted es feminista? ¡Qué oso!

La palabra feminista sigue resultando un insulto, o una denominación que suena a persona sectaria, radical, con un discurso apasionado y pasado de moda, pero lejos estamos de lo que engloba dicha palabra, que más que palabra implica una postura política frente a la vida, que concierne tanto a hombres como a mujeres.

Es usual escuchar comentarios despectivos como: “Cállese que usted parece una feminista”; alguna vez me advirtieron sobre una publicación: “Ojo, que no vayamos a sonar como feministas”. Otras personas consideran que el feminismo ya no sirve porque esa lucha ya fue superada, pues “las mujeres ya tienen cargos públicos y “más participación” y tienen puestos ejecutivos obtenidos por sus propios méritos”, resaltan.

Con estas aseveraciones, se les olvida la violencia actual que se ejerce sobre las mujeres. Hay múltiples casos donde sus cuerpos son usados como botín y trofeos de guerra. En El Congo los médicos tienen una categoría denominada “destrucción vaginal”, que en la mayoría de casos, ocasiona la muerte de sus pacientes, reseña la antropóloga Rita Cegato; recientemente en Nigeria, 276 niñas fueron secuestradas por un grupo ilegal para ser vendidas a una red de trata de mujeres; en Colombia el conflicto armado repercute sobre los cuerpos de las mujeres manifestándose, la mayor de las veces, en acceso carnal violento, actos sexuales abusivos, acoso sexual, desnudez forzada y esclavitud sexual.

Pero no sólo el conflicto armado está permeado de estas prácticas patriarcales y machistas, sino que la vida misma ejerce violencias simbólicas que se han ido naturalizando en el discurso y el sentir de la gente. En la cotidianidad de las parejas y las familias, las mujeres tienen el único lugar de ser madres, o también pueden ser “ejecutivas” y “empresarias”, pero sin dejar de lado el deber de ser mamás hasta de sus propios maridos, cuando el ser madre es una opción no una imposición de la sociedad, cuando los mismos hombres podrían ser formados desde sus hogares en el autocuidado y las labores del hogar que también les conciernen, pues no están impedidos para ello.

El feminismo es una teoría y una práctica política transversal que incumbe a hombres y mujeres, dado que lucha por la equidad en la sociedad, por la no violencia, por el lugar y el respeto a la diferencia, por el no estereotipo de las sexualidades, el sexo, el género, la identidad y el deseo.

El feminismo nos muestra cómo no tenemos necesidad de ser universalistas, si no corresponder al contexto, obviamente con fronteras móviles. El feminismo nos ayuda a develar el manto radicalista de blanco y negro abriéndonos a los reales matices de la vida. Apoya también la liberación de los lugares definitivos para los hombres como el trabajo rudo, la fuerza, el rol de proveedor, el no llorar, el no mostrar debilidad, etc.

La próxima vez que pensemos en el feminismo como insulto reproche o algo de que avergonzarnos, recordemos las luchas históricas que se han dado para nuestras reivindicaciones como seres más que “iguales”, diferentes, pero con igualdad de derechos y posibilidades. Cada vez que nos asalte dicho pensamiento podemos optar por la paz y el respeto.

Credito
CAROLINA TRIANA

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