El Ejército no está corrupto

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En doscientos años de historia desde el 23 de julio de 1810, cuando fue creado por la Junta Suprema, tres días después del grito de independencia lanzado en la Plaza Mayor de Santafé, había sufrido una crisis institucional como la que estremece hasta sus cimientos la más aceptada y confiable de las entidades gubernamentales del país, según encuestas realizadas por firmas prestigiosas propias e internacionales.

Hiere y ofende que hoy se le señale con índice acusador con el cargo de corrupto, por culpa de un minúsculo grupo se dejó tentar por el dinero fácil que corre las entrañas de nuestra clase dirigente. Quienes en años recientes vestimos el uniforme militar, de pie sobre el pedestal inconmovible del horror que es la esencia de nuestras Fuerzas Armadas, y portamos al hombro el fusil que “es la próspera herencia de la antigua y magnánima lid, llevamos en él dos siglos de gloria como canta el himno de la Infantería Colombiana. 

Tachar de corrupto a un ejército de más de 400 mil hombres y mujeres es cometer una tremenda injusticia, con la cual se golpean la moral, la voluntad de servicio y la disciplina. Es esa la forma de corresponder se preguntarán a nuestros esfuerzos y sacrificios, desvelos y peligros por proteger sus vidas, bienes y tranquilidad contra criminales y desalmados de todos los pelajes, a tiempo que permanecen en permanente alerta frente a amenazas externas reales o potenciales. 

El pasado 20 de julio, ante el desfile militar con que se conmemora el grito de libertad, pude medir en persona los sentimientos de cariño, veneración y respeto cargado de entusiasmo que el pueblo bogotano siente hacia su Ejército. Habría que medir cuáles son ahora esas vibraciones emocionales y si han experimentado algún menoscabo con la feroz ofensiva desatada contra ese ejército amado y venerado. Si es así, tenemos que recuperarlos. Se ha perdido una batalla, pero no la guerra, los reveses son arte de toda contienda armada. Lo vital es superarlos. Así tenemos que lograrlo en la situación actual. Unidos, con férrea, persistente voluntad.

Credito
ÁLVARO VALENCIA TOVAR

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