Las cuentas de cobro de Escandón

libardo Vargas Celemin

El legendario Mike Tyson, dijo alguna vez “No puedo cambiar mi pasado. Muchas cosas que hice no fueron correctas, pero veo el futuro más brillante” y esta frase bien pudiera ser el punto de partida del nuevo campeón de la Asociación Mundial de Boxeo, categoría supergallo, el tolimense Óscar Eduardo Escandón Berrío, quien tras obtener el título el pasado jueves en Los Ángeles, escribió una página inédita para el deporte tolimense y abrió ventanas para que su existencia sea menos tortuosa.

La carrera de Escandón ha seguido la misma ruta de miles de jóvenes, especialmente afro descendientes, que no encuentran alternativa distinta en sus vidas, que ponerle el rostro a los violentos impactos de los guantes de hombres como ellos, que intentan forjarse un futuro de sangre y sudor para reivindicar a su familia y complacer a miles de aficionados que todavía llenan los escenarios y sintonizan los canales deportivos que transmiten un deporte que le rinde culto a la masculinidad en su acepción más elemental.

Previo al profesionalismo, Escandón logró acumular toda una serie de títulos amateur que le dieron la experiencia necesaria: Cinco campeonatos nacionales, cinco subcampeonatos, titulo bolivariano, preolímpico y panamericano, es decir, toda una cosecha preparatoria pare este gran día en que los astros se alinearon y él, con la técnica depurada que lo caracteriza, logró impactar repetidas veces en el rostro del canadiense Tyson Cave y hacer, que esta vez la decisión no lo privara de la faja que necesitaba para que los habitantes de El Refugio, barrio donde nació y creció, y un sinnúmero de ibaguereños más, le creyeran al verlo envuelto en la faja multicolor que sus sueños se hacían realidad y que ahora es el mejor del mundo en la categoría Supergallo.

En Colombia el boxeo ha ido de capa caída en los últimos años. Sin embargo todavía emociona el que un nacional obtenga un título continental, mucho más que este sea del Tolima, donde el deporte de las narices chatas no ha alcanzado los niveles especiales y, en donde contadas excepciones, entre otras, las del gran Guillermo Llanos que reseñara en un libro el cronista Camilo Pérez Salamanca, no han surgido campeones de esta dimensión.

Escandón, como Tyson, no puede cambiar su pasado, pero con este triunfo le ha pasado una cuenta de cobro a funcionarios y políticos que le prometieron ayudarle y hasta darle casa para que continuara entrenando.

También a un momento de su vida en que cayó en las drogas y la delincuencia, pero tuvo el coraje de todo guerrero y las superó.

Hoy acaricia la faja de campeón y sigue “refugiado” entre los suyos, aquellos que siempre creyeron en él.

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