Acotaciones al Affaire Pretelt

libardo Vargas Celemin

Gracias a los trescientos años de la Real Academia Española, no tengo que poner entre comillas la palabra affaire, de origen francés, porque esta fue incorporada en el diccionario de reciente aparición, con el significado de “Negocio, asunto o caso ilícito o escandaloso”, descripción que resulta perfecta para no utilizar el vocablo popular colombiano que denomina estos actos inmorales y anti éticos, simplemente como chanchullos.

En nuestro país es recurrente la aparición de estos debates que ponen al descubierto la podredumbre que subyace en las altas esferas del poder y que surgen de improviso, generalmente producto de una mala repartición de los beneficios, ya sean económicos o políticos.

Recuerdo que en mi infancia no me perdí la transmisión radial que se hizo de los debates propiciados por Nacho Vives contra Fadul y Peñalosa, altos dignatarios del presidente Lleras.

Como eran pocos los televisores que había en el barrio, no tuvimos otra alternativa que escucharlos, como si fuera la transmisión de una etapa de la vuelta a Colombia en bicicleta o un partido del Deportes Tolima.

En la última década estos episodios se volvieron más frecuentes. “El carrusel de la contratación”, lanzó al estrellato a los primos Nule y a los hermanos Moreno Rojas; el otro carrusel de las pensiones, desmontó a magistrados de millonarias mesadas; la “Yidispolítica” dio a conocer a una oscura representante a la cámara y “el agro ingreso seguro” a un “Yupi” y a una exreina de belleza.

Según lo que se conoce por los medios de comunicación, el turno ahora le tocó a un magistrado que se da el lujo de decir: “No voy a renunciar a la Corte Constitucional; si renuncio nos vamos todos”.

Hasta ahora el único que se ha ido es él, pero a preparar la defensa de las acusaciones de presuntos delitos como el tráfico de influencias; despojo de tierras; soborno; etc.

Cada que se dan estos hechos aparecen las reformas, especialmente a la justicia, que serán la solución definitiva a estos delitos contra el pueblo colombiano.

Pero estas resultan ser un tanto ingenuas, como las anunciadas por el presidente Santos, el martes anterior y que hablan de la necesidad de separar la justicia de la política; acudir a la meritocracia para llenar las vacantes; prohibir el cabildeo judicial o cerrar la puerta giratoria que permite que se dé la conjugación sui géneris de que “yo te nombro, tú me eliges”.

Lo doloroso del asunto es que no hemos podido hallar soluciones a este conflicto, tal vez porque el ex presidente Turbay Ayala no pudo aclarar lo que quería decir exactamente, con eso de reducir la corrupción “a sus justas proporciones”.

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