Escándalo y viejas prácticas en torno al fútbol

libardo Vargas Celemin

El fútbol se encuentra atravesando una etapa que bien pudiéramos llamar de desenmascaramiento a gran escala. La detención de altos dignatarios de la máxima organización mundial por autoridades norteamericanas ha destapado el mayor conflicto sufrido por la organización de este deporte. Aunque ya antes se planteaba el carácter de “mafia” de la Fifa”, esta vez pasó del rumor a los estrados judiciales.

Pero mientras este gran escándalo sigue aportando elementos de juicio, en otro nivel vuelven a aparecer viejas prácticas que no dejan de surtir efectos que pueden llegar inclusive a generalizarse y a enfrentar naciones enteras, porque desafortunadamente la pasión que despierta el deporte, en palabras del poeta Álvaro Mutis, se convierte en “una pingüe industria en manos de mercaderes inescrupulosos”, para los cuales no hay limitaciones de ningún tipo.

Los juicios emitidos por un polémico periodista argentino, además de corroborar la prepotencia que caracteriza a algunos de sus paisanos, ha generado toda una serie de rechazos, condenas y demás provocaciones que bien pudieran ser canalizadas hacia falsos nacionalismos y desembocar en enfrentamientos violentos como ha ocurrido en el pasado, por ejemplo, entre Salvador y Honduras en el año 1969, que, so pretexto de ser una confrontación deportiva, los manipuladores le dieron un carácter político por la tensión que se vivía entre estos dos países. Solo fue una guerra de cuatro días y dejó como saldo más de seis mil civiles muertos y más de 15 mil heridos.

Así que un partido puede suscitar pasiones diversas y fanatismos peligrosos, por eso una expresión como “Zúñiga y la banda de malparidos que cazaron a Neymar debieron ser expulsados”, es una expresión desacertada, por mas que Elio Rossi trate ahora de explicarla con supuestos argumentos lingüísticos y decir que la palabra “malparido se aplica en argentina a personas que actúan con mala intención”, cuando ni siquiera existe en el diccionario de la Real Academia Española esta palabra.

Pero es que el insulto no corresponde exclusivamente a este adjetivo, decir que el grupo de jugadores es una “banda” para cazar a Neymar, es darle el sentido de “banda de gente armada” a un grupo de deportistas, lo cual significa también otro insulto que, en una comunidad tan sensible como la muestra, puede generar malestar.

Algunas personas dirán que le estamos haciendo demasiado alboroto a la opinión de un comentarista deportivo. Llegarán hasta argumentar que es mucho más trascedente para Colombia el decreto de Maduro quitándonos un pedazo del Coquivacoa.

Sin embargo, tratándose de un hecho previo al enfrentamiento mañana de nuestra selección contra Argentina, es claro que tal afirmación lleva la intención de enrarecer el ambiente con una actividad que resulta ser claramente simuladora de una guerra, pero una guerra metafórica.

 

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