El falaz pacto atómico

libardo Vargas Celemin

Generaciones de colombianos hemos crecido entre el temor de una guerra nuclear y las explosiones concretas de bombas artesanales. Siempre la muerte como una espada de Damocles ha pendido sobre nosotros, impulsada por el afán belicista de los traficantes de armas y de conciencias.

En la década de los 60 los hippies pretendieron detener la guerra a punta de cabellos largos, porros de marihuana y música, mientras de los cielos vietnamitas se desgranaban toneladas de explosivos, pero bueno, fue una actitud válida que sirvió para desenmascarar la hipocresía de una sociedad y soñar con un futuro distinto.

La Guerra Fría se fue segmentando y con el paso de los años se calentaron los ánimos y guerras focalizadas nos pusieron a reflexionar sobre ese peligro inminentede abarcarlo todo. Los poetas nadaístas colombianos hicieron de sus arengas una prédica contra las nubes radioactivas y abrazamos su causa porque, a pesar del desfile de muertos que llegaban por los caminos de la patria, estas muertes individuales eran menos horridas que la piel quemada, los muñones de brazos y piernas supurantes y el hongo de Hiroshima y Nagasaki levantándose como el símbolo del terror.

“Piensen en las heridas como rosas cálidas (…) pero nunca olviden la rosa, la rosa de Hiroshima, rosa / la rosa hereditaria / la rosa radioactiva, estúpida e inválida”, así canta Pedro Aznar, a partir de un poema de Vinicius de Moraes. No podemos olvidar esa rosa lanzada a las 8:15 de la mañana del lunes 6 de agosto de 1945, desde el bombardero B-29, sobre más de 200 mil seres indefensos. Ese bombardero pertenecía a la fuerza aérea de los Estados Unidos, el mismo país que se está vanagloriando por estos días de haber firmado un pacto con Irán, para que este país desista de fabricar bombas atómicas.

El pacto que se acaba de firmar en Viena, luego de más de 20 meses de negociación, entre los Estados Unidos, cinco potencias e Irán, país que se compromete a limitar su programa nuclear, no tiene intención real de paz, simplemente se trata de una componenda en la que el país más débil, Irán, se ve doblegado por las fuerzas imperialistas a no construir una bomba atómica y recibe a cambio de este gesto la eliminación de las sanciones económicas impuestas por los “guardianes del orden mundial” .

Como siempre, se impone la doble moral calvinista de los Estados Unidos y sus secuaces de las Naciones Unidas. La reflexión que tenemos que formularnos es si estos países han dado ejemplo de detener la fabricación de las armas letales con que intimidan a la humanidad y nos hacen revivir el terror de Hiroshima. Lo demás es falsa retórica.

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