El candidato (Cuento infantil)

libardo Vargas Celemin

Había una vez un país cruzado por tres cordilleras, enmarcado en dos océanos, y con cientos de ríos regando su territorio. En el vientre de la tierra se ocultaban las esmeraldas, el oro, el carbón, la plata, el petróleo. En sus valles y montañas florecían las futuras cosechas. Algunos de sus habitantes, otrora pacíficos, se habían vuelto violentos por la acción azuzadora de la nobleza que había creado varios partidos, para mantener al pueblo enfrentado, mientras ellos escogían los gobernantes que le fueran fieles.

El último candidato seleccionado, si bien no nació en el palacio presidencial, sí comenzó a recorrer desde los seis años los amplios pasillos gritando, saltando e interrumpiendo las reuniones ministeriales, mientras su abuelo, el adusto presidente, a quien no le había temblado la voz para que un día de 1970 hubiera mandado a dormir a todos los habitantes del país a las ocho de la noche, mientras revisaban los resultados electorales que hasta esa hora favorecían al candidato de la oposición, le festejaba todas sus pilatunas.

Cuando llegaba al palacio, los sirvientes se llenaban de nervios, pues aunque fingían apreciarlo, en sus más íntimos pensamientos lo detestaban y rezaban para que no viniera a gritarlos, pellizcarlos y maltratarlos. Pero él siempre quería estar cerca de su abuelo y cuando podía se trepaba en una silla y pronunciaba discursos vehementes imitándolo.

Su primer cargo de representación política se lo armaron como concejal de Bojacá; ese fue el punto de partida de un ascenso que lo llevó hasta el Senado, donde estuvo por tres periodos y comenzó a mostrar sus habilidades al lado de connotadas fichas que la nobleza había ubicado en la derecha. Desde su silla arremetió en contra de los diálogos de la época y en este país de hombres y mujeres que desconocen el verdadero sentido de lo político, lo convirtieron en un avezado seductor de votos.

Desde su infancia practicó el juego de la rayuela, por eso no tuvo dificultad en los saltos que ha tenido que dar, desde el Nuevo Liberalismo, donde comenzó, hasta el Cambio Radical, pasando por la coquetería al uribismo, el Movimiento Colombia Siempre y el Liberalismo Oficialista. Esa versatilidad le permitió también saltar de un ministerio a otro, fue candidato perdedor a la presidencia, pero le dijeron que esperara y llegó al trampolín de la coordinación de infraestructura vial de cuarta generación y sus billonarias concesiones.

Ese hombre irascible, soberbio, engreído, que había acudido al castigo físico contra sus servidores varias veces, también fue enemigo de los acuerdos de paz y, pese a todo, los dueños del poder lo escogieron como candidato a la Presidencia. Pero no contaron con una sombra que avanzó subrepticiamente, vino del Brasil y prometió develar todas las verdades.

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