“Ahora sí nos vamos pa’ Rusia”

libardo Vargas Celemin

El fútbol pasó de ser un entretenimiento de escolares británicos en el siglo XIX, a ser el deporte más popular del mundo y a generar, en menos de 200 años, un fanatismo tan grande, como peligroso, hasta el punto de que un país que no clasifique para el campeonato mundial es un fracaso de proporciones políticas, económicas y sentimentales que, en muchas ocasiones terminan en disturbios y en un sinsabor generalizado que baja los índices de la autoestima nacional.

Este deporte minimiza serios conflictos mundiales, como por ejemplo la tensión entre Corea del Norte y Estados Unidos o las amenazas de los terroristas que siembran el miedo y la zozobra en nombre del islam. Este martes, en nuestro país también nos olvidamos de la crisis por la que atraviesa el proceso de paz; del oportunismo de Cambio Radical al abandonar a su patrocinador oficial, cuando se cansó de exprimirlo y de tantas situaciones serias que atentan contra nuestro futuro, todo por dejarnos hipnotizar de un grupo de deportistas que, el jueves no más, eran los villanos que se dejaron ganar del Paraguay y el martes, los héroes que se clasificaron para Rusia 2018.

Muchos dirán que esta es una buena terapia para huir de la realidad y caer en los brazos de la ensoñación. No voy a discutir si es terapia o alienación consumista, porque todavía sigo obnubilado por ese gol de James que nos trasladó de la ilusión a una verdad inobjetable. Aunque he moderado mi efusividad por razones de salud y edad, ya no salto hasta tocar el cielorraso, sí experimenté una gran alegría y di varios gritos patrioteros.

El fútbol y el deporte en general resulta a veces alienante e ilusorio, por ejemplo, escuché a vecinos, a desempleados y pensionados gritar con alegría desbordante que: “ahora si nos vamos pa´ Rusia”. Un poeta amigo me hizo llegar un WhatsApp donde me transcribía una frase en el enrevesado ruso y me decía que desde ese momento comenzaba su preparación lingüística para estar en Rusia. Otro amigo me dijo ayer que estaba trasnochado, porque se pasó toda la noche tratando de encontrar una tarifa económica para separar el pasaje del próximo año, pero ya se habían agotado.

Ahora que ya he digerido el alcance de ese triunfo futbolístico y me he apartado un poco de la celebración funambulesca de haber clasificado. Una terrible decepción se apodera de mi ánimo, cuando todavía escucho el eco de esa frase “ahora sí nos vamos pa´ Rusia”, porque sé que es una vana ilusión, los únicos que estarán serán los jugadores, los directivos y uno que otro colombiano acomodado, los demás seguiremos mirando los televisores y tal vez imaginando que “estamos en Rusia”.

lcelemin2@gmai.com

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