50 años ejerciendo un hermoso oficio

libardo Vargas Celemin

Por estos días, coincidencialmente dos escritores del Tolima están celebrando sus cincuenta años de ejercicio ininterrumpido, de un oficio que no admite vacaciones, licencias, ni mucho menos jubilaciones, porque quien decide consagrar su vida a zurcir historias, crear personajes, recrear situaciones o explicitar sensibilidades, sabe muy bien que es una tarea de tiempo completo y horas extras, tratando de atrapar en palabras los sentimientos, acciones, descripciones y actitudes de seres que solo existen en el papel.

Benhur Sánchez Suárez publicó en el año 1967 en la revista Lámpara su primer texto, el que significó de paso ser su bautismo en las letras, en una ceremonia a la cual solo asistió él para comprometerse consigo mismo y jurarse que jamás claudicaría en su lucha sin cuartel con las palabras escritas y con el descubrimiento permanente de los mundos que se despliegan ante su capacidad creadora.

En ese mismo año Héctor Sánchez Vásquez reunía sus propios ahorros y, como sucede mucho entre los autores principiantes, publicó un modesto libro titulado “Cada viga en su ojo”, texto que recibió el aval de los autores como Germán Espinosa y Hugo Ruiz Rojas. Luego viaja a México y allí la editorial Joaquín Mortiz le publica la novela “Las maniobras”, un texto experimental que lo convence de que definitivamente su vida será la de escribir historias surgidas de su imaginación.

El pasado martes estos dos personajes recibieron un homenaje de parte de Carlos Orlando Pardo y su hermano Pablo, este último gerente de “Caza de libros”, una editorial que se la juega toda con la difusión de los autores de la región.

Al acto asistieron escritores y amigos de los homenajeados, en este se adelantó un conversatorio sobre sus respectivos periplos por las letras y contó con la presencia de un invitado especial, el crítico literario norteamericano Raymond Williams, quien hace parte de los académicos que están nucleados en la “Asociación de colombianistas”, estudiosos de las letras de nuestro país.

Williams hizo un recorderis de su acercamiento a los dos autores, contó varias anécdotas sobre el seguimiento realizado a las obras en cerca de veinte bibliotecas estadounidenses y valoró su aporte a las letras colombianas.

Esta celebración resulta significativa por varias razones, entre ellas la aventura que constituye dedicarse a escribir profesionalmente en un país, donde publicar es una hazaña, pero es mucho más azaroso lograr ser leídos. A pesar de tantas dificultades los autores han llegado a la increíble cifra de veinticinco títulos cada uno y siguen reconstruyendo memoria y desentrañando historia.

El mejor regalo para Benhur y Héctor es ir a sus libros y deleitarnos con esas páginas, producto de un monumental esfuerzo humano por dejar la impronta de esas visiones de mundos que les correspondió vivir.

lcelemin2@gmail.com

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