Daniel Mauricio Montoya, Premio internacional de poesía

libardo Vargas Celemin

Resulta grato encontrar en medio de tanta palabrería insulsa de algunos candidatos y análisis de politólogos de esquina, una noticia que da cuenta de que un tolimense por adopción, ha sido el ganador del “IX Concurso de Poesía y Prosa Narrativa Granajoven 2018” realizado en España para autores menores de 35 años.

Daniel Montoya Álvarez se radicó hace años en esta ciudad y, al contrario de lo que hacen algunos seudo - poetas que se han dedicado al autoelogio y a la búsqueda enfermiza de reconocimientos oficiales, él se entregó por entero a la formación de su sensibilidad; al pulimento de sus textos; al reconocimiento de los elementos artísticos que configuran la estética moderna y a la escritura diaria, combinada con la docencia universitaria.

Daniel entendió rápidamente que necesitaba un espacio donde pudiera interactuar con personas que tuvieran el mismo gusto por las letras y pronto se vinculó a los talleres de escritura creativa. Esta experiencia ha sido muy significativa para este poeta y narrador que, ansioso por conocer los intríngulis de la palabra, se entregó a escribir con disciplina y a mostrar su visión de mundo. Se puede afirmar que los talleres de la Biblioteca Darío Echandía y del Ministerio de Cultura, le abrieron perspectivas que él supo aprovechar.

La siembra dio copiosos frutos y pronto comenzaron a llegar los reconocimientos, primero los regionales, luego los nacionales, entre ellos finalista en el 34º Premio de Poesía Universidad de Antioquia en el 2016, hasta desembocar en este Premio internacional. También llegaron las publicaciones, la inclusión en antologías y su primer libro de cuentos breves publicado por la Universidad del Tolima, en el año 2014.

“El libro de los errores” es el nombre de la obra con que obtuvo el premio Daniel. Un texto breve, treinta y dos poemas emparentados con la prosa, versos conversacionales que golpean la emoción, muestran otra percepción de la vida y se instalan cerca del sarcasmo y la ironía. Cada verso es el retrato del poeta en una sociedad donde el arquetipo romántico se ha transformado y solo queda esta imagen desgastada: “la pose de poeta:/ la cara tristona y en una mano el café y en la otra el cigarrillo”.

En “Rutina” nos dice: “El poeta se levanta cada media noche/ y corre un poco más allá/ la línea del horizonte”, en una clara alusión intertextual al papel de la investigación que pregonan los académicos. En estos poemas hay una reiteración del “arte poética” de un joven que se atreve a decir, como un desafío, que sus días “son verbos sin conjugación”.

Felicitaciones Daniel Mauricio y estaremos mañana en la Biblioteca Darío Echandía a las 6:30 p.m., para escuchar de viva voz sus poemas.

lcelemin2@gmai.com

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