Otra vez los jóvenes norteamericanos

libardo Vargas Celemin

En la década de los años setenta del siglo pasado, los norteamericanos se volcaron a las calles de las principales ciudades a presionar al gobierno para que se terminara la guerra de Vietnam. Según los historiadores estas grandes marchas estaban integradas en su mayoría por gente joven que se negaba a ir a una guerra en la que, como siempre, los Estados Unidos no tenían por qué participar y sacrificar una generación de ciudadanos.

A los jóvenes se unieron los movimientos pacifistas y entre ellos los llamados ‘hippies’, que pregonaban la libertad y la no violencia. Todavía recordamos a esos hombres cuyos rostros se perdían entre una maraña de barba espesa, unas pupilas dilatadas que denunciaban el consumo de drogas, unas chaquetas negras o unos chalecos que dejaban ver sus pectorales; unas diademas de colores que sujetaban sus luengas cabelleras y una sonrisa entre irónica y tierna que se dibujaban en sus rostros, cuando levantaban su mano derecha y con la ‘V’ de la victoria iban pregonando sus consignas: ‘paz y amor’, ‘haga el amor, no haga la guerra’.

En 1975 las tropas norteamericanas abandonaron Vietnam gracias a las marchas pacíficas generadas por la circulación en occidente de las cruentas imágenes del enfrentamiento. Todavía recordamos la foto de la niña Phan Thi Kimm Pac, corriendo desnuda para salvar su vida del bombardeo con ‘napalm’ o el rostro de terror de un soldado vietnamita instantes antes de que el oficial enemigo disparara sobre su sien. La juventud de los Estados Unidos reaccionó a esta barbarie. Los jóvenes de esa época detuvieron, sin disparar un solo tiro, al ejército más poderoso del mundo y libraron a miles de personas de la crueldad de la guerra.

El sábado anterior, una nueva generación de jóvenes salió a las calles de las ciudades norteamericanas, esta vez con una consigna política clara: candidato que no incluya en su plataforma las medidas para que se adelanten cambios legislativos que favorezcan el control de las ventas de armas, no recibirá ningún voto por parte de la juventud que, recién acaba de cumplir la edad para votar y desear realmente hacer presencia en la política de ese país.

La masacre en el Instituto de Parkland de la Florida, rebosó la copa de miles de chicas y chicos que, cansados de la permisibilidad de legisladores y autoridades, salieron a defender el sagrado derecho a la vida y están dispuestos a hacerse oír del presidente pusilánime que los gobierna y de los políticos que lo apoyan.

Estamos seguros que otra vez los jóvenes norteamericanos detendrán pacíficamente el gran poder que tiene la Agencia Nacional del Rifle que impulsa la venta indiscriminada de armas, mientras el gobierno servil los acolita.

lcelemin2@gmail.com

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