Violencia y desesperanza

libardo Vargas Celemin

lcelemin2@gmail.com

Volvieron las imágenes desgarradoras de hombres y mujeres que acompañando los ataúdes de sus seres queridos, compañeros de trabajo, luchadores sindicales, defensores de los derechos humanos o, víctimas del conflicto que creímos se iba a reducir, pero que en estos días estamos llegando a cifras catastróficas, en cuanto a número de seres humanos asesinados.

Este martes, por ejemplo, se encontraron los cadáveres de Ibes Trujillo afrodescendiente y directivo de una empresa comunitaria, quien vivía en Suárez, Cauca; Luis Eduardo Dagua, padre de un desmovilizado de la Farc en Caloto (Cauca); Juan de Jesús Moreno, profesor en el departamento del Caquetá, Robert Jaraba, reclamante de tierras en Caucasia y faltan datos de otros municipios.

También se han dado una serie de amenazas a periodistas, hombres y mujeres que ejercen el oficio de informar y opinar. Tal es el caso de Jineth Bedoya, quien creó la campaña de “No es hora de callar” para denunciar la violencia sexual a la mujer; María Jimena Duzán, columnista y crítica de la realidad política y al equipo de RCN, encabezado por Yolanda Ruiz y sus reporteros. Sin que se haya precisado el origen de estas amenazas.

Las declaraciones del gobierno son tibias, cuando no desobligantes como las pronunciadas por el actual Ministro de Defensa. El Ministro del Interior afirmó el martes en la noche que se tomaron medidas para exigirle a los alcaldes y gobernadores que se responsabilicen de la protección de los líderes sociales amenazados en sus regiones, en una clara evasión de responsabilidades.

Pero cuando el Procurador habló de que en algunos casos miembros de las Fuerzas Armadas cooptan asesinos para que adelanten estos trabajos, si salieron, desde el Vicepresidente en adelante, a denunciar con vehemencia la supuesta falsedad.

Las bandas criminales, el narcotráfico, paramilitares, sectores ultraderechistas de la política, algunos integrantes de las fuerzas armadas, delincuencia común y disidentes de las Farc configuran el cuadro de posibles responsables de lo que está ocurriendo y aunque el gobierno niegue que no es un proceso sistemático, los hechos parecen decir lo contrario.

Ad portas de la posesión de un nuevo gobierno se pudieran alimentar esperanzas, pero dos frases incrementan la zozobra: la primera, del general en retiro Leonardo Barrera, integrante del grupo de empalme del nuevo presidente: “Ustedes que se ufanan de que no hay soldados en el Hospital Militar Central, prepárense porque vuelve la guerra”, y la segunda, fue del nuevo Ministro de Defensa, Guillermo Botero, cuando afirmó que entre los temas prioritarios de su mandato está la reglamentación de la protesta social.

La insensatez y los odios de unos pocos nos están llevando hacia lo que alguna vez afirmó J.F. Kennedy: “Los que hacen imposible la revolución pacífica, harán inevitable la revolución violenta”.

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