“No diga que no se lo advirtieron”

libardo Vargas Celemin

Las evidencias son contundentes, pero los humanos nos hemos convertido cada vez más en sordos, incrédulos e irresponsables. Estamos a punto de que la tierra quede convertida en lo que nuestro escritor y poeta William Ospina ha dicho en su libro “Parar en seco”, “podría transfigurarse ante nuestros ojos en una mirada inhóspita, de sol calcinante, de aire tóxico, de agua impotable, de pieles irritadas de complicaciones respiratorias, donde los tejidos enloquezcan, los sentidos se alteren y los gérmenes escapen a todo control”

En las últimas semanas hemos visto imágenes apocalípticas de incendios forestales, inundaciones, deslizamientos y otros fenómenos naturales que han causado grave daño a muchas personas. Estos hechos ocurren en distintas regiones del mundo y parecen no tener nada en común. Sin embargo, científicos plantean que existe un hilo articulador, cuyas causas tienen que ver con el calentamiento global, es decir, con las alteraciones en el clima terrestre que afectan a todos los factores (precipitaciones, temperaturas, nubosidad, etc.), y en gran parte son producto del consumo de combustibles fósiles: carbón, petróleo, gas natural, los cuales generan el “efecto invernadero”.

¿Pero qué culpa tiene el ciudadano corriente en este problema? Yo diría que mucha, porque la dócil aceptación del estilo de vida consumista contribuye en gran parte al fenómeno. Cuando nos quejamos, por ejemplo, de los cambios climáticos de estos días, no reflexionamos sobre sus orígenes, tampoco nos involucramos en la búsqueda de soluciones, que, si bien competen a toda la humanidad, los hechos de asumir actitudes personales pueden influir en decisiones políticas y en transformaciones físicas que atenúen los efectos.

La búsqueda de fuentes de energías limpias ayudaría muchísimo, pero no hacemos nada porque se cambien las políticas. Recientemente, en una decisión incomprensible, muchos colombianos apoyaron a quienes potencian la explotación indiscriminada de hidrocarburos. Tampoco se está dispuesto a sacrificar el confort, por eso el uso de la bicicleta tiene oposición; los días sin carro también, sin embargo los alimentos transgénicos son aceptados y ante la última innovación tecnológica de electrodomésticos corremos a comprarla. Cada acto de nuestra existencia está marcado por la mayor o menor contribución al calentamiento global.

Por eso cuando experimentamos frío y falta de vientos en agosto; racionamiento de agua por el lodo de las lluvias en verano; temperaturas anormales; incendios forestales; muertos por calor en Europa, no le echemos la culpa a ninguna deidad o al destino, pensemos por un momento que ya pasó el tiempo de las lamentaciones y es necesario actuar desde nuestro micro universo para aportar masivamente a la salvación de los seres vivientes.

El conocimiento sobre los problemas ambientales se ha difundido mucho, por eso, parodiando a una propaganda circense, nadie podrá decir que no se le advirtió.

lcelemin2@gmail.com

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