El celular, un nuevo niñero

libardo Vargas Celemin

El “Baby H.P”, cuento del mexicano Juan José Arreola, nos presenta la aterradora posibilidad de convertir a los niños en portadores de un artefacto que almacena la energía desbordante que sus actividades producen, para convertirlos así en un electrodoméstico más.

Este duro alegato contra la técnica y el consumismo, hoy es un pálido reflejo de lo que ocurre en la realidad, con los avances tecnológicos que todo lo arrasan en nombre de la productividad y el desarrollo y se jactan de las transformaciones vertiginosas de los últimos años, que han creado una sociedad, incapaz de decir no a ese monstruo que diariamente produce destrucción a nuestro propio hábitat.

El cuidado de los niños es tarea prioritaria en cualquier sociedad. Acompañarlos en su proceso de socialización y vinculación al medio es un trabajo amoroso, lleno de compensaciones al ver sus avances, su capacidad de exploración, el desarrollo de su facultades, la tierna sonrisa con que nos corresponden y hasta las pataletas que a veces nos sorprenden. Por siglos fue la madre, quien asumió esta labor, pero los cambios en la división sexual del trabajo impactaron la relación familiar. Se entregó la crianza a guarderías y parvularios donde los bebés se integran al sistema escolar, mientras sus madres hacen parte del aparato productivo.

Ahora aparece otra forma de ceder la responsabilidad de la atención a los niños. Le hemos entregado este papel a los celulares, hemos hecho de nuestros bebes, autistas potenciales, los mantenemos sumisos y esclavos de la pequeña pantalla para que reciban radiaciones. Los arrojamos a las aguas de la adicción, se los entregamos a la industria del entretenimiento, arma peligrosa que deja inmensas ganancias a los programadores de videos y de juegos electrónicos, pero que ponen en peligro el desarrollo mental y físico de nuestros infantes.

“La Academia Americana de Pediatría, al igual que la canadiense, revelaron los principales riesgos a que están sometidos los menores de 12 años, usuarios de celulares y tabletas. Estos tienen que ver con los daños cerebrales por acelerar su crecimiento y se asocian al déficit de atención, retrasos cognitivos y aumento de la impulsividad. En este sentido la Organización Mundial de la Salud se ha pronunciado también al prohibir el uso de celulares a menores de doce años.

En el cuento “La sabana” de Ray Bradbury, se relata la historia de un padre que le construye una pieza especial para que sus hijos permanezcan todo el día allí y hagan virtualmente realidad sus sueños.

Solo esperamos que en pocos años esos niños obesos y adictos a los celulares, que estamos preparando, no hagan realidad lo que hicieron los personajes de ficción de Bradbury y asesinen a sus padres por no haberlos dejado vivir libremente.

lcelemin2@gmail.com

Comentarios