Últimas funciones circenses senatoriales

libardo Vargas Celemin

Bienvenidos señoras y señores a la reseña de las últimas funciones, representadas por una “troupe” de comediantes elegidos por nosotros mismos. Cuando todos creíamos que el espectáculo de las objeciones había concluido sin dirimirse, nuevamente los “honorables padres de la patria”, salieron a escena y esta vez para aprobar el PND a pupitrazo limpio, sin debates de fondo, sin objeciones, porque el tiempo de la temporada se está agotando.

La actuación de la mayoría de congresistas fue patética: Un presidente del Senado, que oficio como prestidigitador y supo enredar las votaciones con artimañas. Varios congresistas que dicen una cosa ante la opinión pública y votan otra. Una congresista que solo dijo presente cuando llamaron a lista, y desapareció en el momento de las decisiones, para agradecerle de esta manera al gobierno, el haber incorporado a su cónyuge a la nómina oficial.

Deprimente la intromisión de los mensajeros gubernamentales que, olvidando la independencia de poderes, se dedicaron a acosar, presionar y ofrecer dádivas para que las objeciones fueran aprobadas. En los camerinos se dio degustación de mermelada y otros detalles que el mismo presidente dijo que estaban proscritas de este gobierno.

Hubo actores que exageraron su papel por el desespero al no lograr sus objetivos, por ejemplo la estrella principal, quien se olvidó de su estatus y actuó como si estuviera en una feria agropecuaria regateando, al mejor estilo paisa, para que se hiciera un Pacto Nacional y salvar siquiera “dos punticos” de las objeciones, sobre todo, aquellos que le producen insomnio.

La otra presentación fue menos dinámica. El PND pasó sin contratiempos. No se sabe cómo hicieron los comediantes para leer los parlamentos y analizar las 1.599 páginas para votar con conocimiento de causa. Se cree que la mayoría solo buscó los cuadros donde se mencionaban las inversiones para sus feudos electorales y con ello se declararon satisfechos, sin importarles que muchos puntos de carácter laboral y pensional se camuflaron para lesionar al pueblo.

Con una retórica llena de falacias se pretende confundir a los colombianos. Un ejemplo de ello es el Pacto III, Inciso F, que plantea la inclusión en “los esquemas de protección y seguridad social” a los trabajadores y pequeños productores que ganen menos del mínimo para mejorar su condición social, y lograr un trabajo decente y un ingreso digno. Si es injusto el actual salario mínimo, ¿cómo se puede hablar de un ingreso aceptable, cuando lo que se pretende es legalizar la contratación por debajo de los actuales límites legales?

En síntesis, la mayoría de artistas del Senado reafirmaron que su obra, más que reflejar un compromiso con los espectadores (léase pueblo), corresponde a otros intereses distintos; por eso actúan como mediocres bufones de los dueños del poder.

lcelemin2@gmail.com

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