Caminamos hacia la ley del silencio

libardo Vargas Celemin

Los periodistas están sometidos a múltiples riesgos que van desde el derecho fundamental a la vida, hasta el constreñimiento de la libertad de expresión. María Teresa Herrán afirma que: “el ejercicio de la profesión y las presiones los ha acostumbrado a la autocensura y los lleva, tarde o temprano, a concluir que es muy difícil ser independiente en el medio.

Algunos piensan que es peligroso cuestionar los clanes regionales, so pena de perder el empleo”. Pero a pesar de esta situación todavía tenemos algunos quijotes que se lanzan a derribar los molinos de viento, con la única arma que poseen: la verdad.

Opinar en Colombia es un reto, sobre todo cuando se atraviesa por una época en que desde el poder se impulsa el “unanimismo” y se intentan cerrar las puertas para la discusión, herramienta clave para el fortalecimiento de la democracia. Toda denuncia, en lugar de utilizarse para atacar los males que corroe nuestra sociedad, recibe como respuesta la descalificación de quien se atreve a revelar los hechos, una forma de enmascarar a los responsables y cohonestar con sus actuaciones.

Lo ocurrido con Daniel Coronel, columnista de la revista Semana y uno de los de mayor credibilidad en Colombia, corrobora la afirmación de quienes consideran que aquí no existe la Libertad de expresión, tal como se plantea en la Constitución Nacional: “Artículo 20. Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura”.

¿Cómo puede entonces llamarse la supresión de un espacio para la crítica?, ¿Qué eufemismo se puede utilizar para calificar este hecho? La revista respondió a Coronell que ellos “siempre defenderán la libertad de expresión, aun a los columnistas que critican a su casa editorial”, pero no concretó la explicación que se le pedía sobre las razones por las que la revista no publicó las denuncias, que posteriormente hizo el New York Times, sobre las instrucciones a los militares que fueron entregadas a distintas unidades del Ejército, que en la práctica reviven “los falsos positivos” y que Semana conocía con anterioridad.

No se desconoce que en el mundo entero los dueños de los grandes medios informativos y sus redes, hacen parte de las élites del poder, solo que algunos le juegan a una supuesta imparcialidad, pero cuando están en riesgo sus intereses, se quitan la máscara y reprimen.

La actitud de Daniel Coronel es un ejemplo para el periodismo colombiano, su salida de Semana hace parte de esa ley del silencio que pretenden imponernos.

lcelemin2@gmail.com

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