Doscientos años de una batalla que no termina

libardo Vargas Celemin

La celebración del Bicentenario que debiera servirnos para un gran debate sobre la traición a los principios y aspiraciones de los verdaderos protagonistas de esta lucha, como siempre ha caído en la repetición idílica, donde solo figuran los héroes de siempre. Pero lo que no se dice es que las batallas que sellaron la independencia se ganaron gracias a la participación aguerrida de indígenas, esclavos, afrodescendientes, campesinos y otros sectores de la sociedad. Tampoco se menciona que las expectativas que tenían los distintos grupos sociales continúan sin materializarse realmente doscientos años después.

Aunque hubo dificultades para lograr que grupos étnicos se vincularan con las tropas libertarias ante los ofrecimientos y las amenazas de los Realistas, la participación, por ejemplo, de los indígenas como soldados, cargueros y proveedores de alimentos no se dio igual en todas las regiones. Sin embargo, hubo casos que merecen destacarse porque fueron importantes en la lucha emancipadora, y muy poco son mencionados por los historiadores, como el caso del cacique Agustín Calambas, que “intervino triunfalmente al frente de 1000 nasas en batallas como las del Río Palo en 1815, hasta que hecho prisionero, fue fusilado por el español Wendeta en 1816” (Víctor Daniel Bonilla, 2015).

Igualmente los afro-descendientes participaron activamente en la defensa de Cartagena y dieron muestras de un gran heroísmo en la gesta libertadora. Se dieron episodios que hablan del papel protagónico de mujeres, como lo plantea el historiador Mauricio Chávez B. “Ana Josefa Morales Duque y las hermanas Dorotea y Rafaela Lenis con 19 patriotas más fueron fusiladas por haber seducido y retenido por varios días a los militares españoles, para posibilitarle el paso a las tropas de Simón Bolívar”.

En muchas haciendas liberaron a los esclavos para que ingresaran en las fuerzas republicanas, se habla de unos cinco mil de los departamentos de Cauca, Chocó y Antioquia. Su aporte fue significativo en el proceso de desgaste de las fuerzas españolas que terminaron con la confrontación definitiva que ayer se conmemoró.

Los campesinos colombianos fueron actores de primer orden en toda la campaña libertadora, como combatientes directos o como apoyo logístico. Fueron paradigmáticas las acciones adelantadas por quince campesinos llaneros, entre ellos, los hermanos Bonifacio y Saturnino Gutiérrez que participaron como salvadores del ejército patriota en la decisiva batalla del Pantano de Vargas, pocos días antes del crucial enfrentamiento del puente de Boyacá.

Hoy, los campesinos siguen su disputa por la tierra; los afro-descendientes por su inclusión; los indígenas por el respecto a su cultura y millones de nuevos esclavos por lograr un empleo digno para sobrevivir al hambre, la miseria y otros males que nos aquejan.

La batalla continúa, esperamos que no sea por tantos años.

lcelemin2@gmail.com

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