“Nos están matando”

libardo Vargas Celemin

Este grito que reiteran los indígenas del Cauca y de otros lugares de Colombia resulta aterrador, no solo porque es una verdad incuestionable, sino por ser una situación reiterativa contra ellos que, siempre han mostrado su espíritu de lucha para exigir respeto por la vida, la autonomía y otros derechos fundamentales, conculcados desde hace siglos.

Los indígenas han tenido toda una tradición de defensa de su territorio y su cultura, esta vez con el símbolo de la “chonta” o bastón que usa la guardia indígena para organizar servicios humanitarios, resistencia civil y defensa de “el plan de vida de las comunidades indígenas”.

“Los mataron en el pasado”

Nos lo cuentan los historiadores y dan cifras escalofriantes de esa hecatombe que se vivió en América con la llegada de los conquistadores. De una población aproximada de 1.200.000 habitantes nativos, en menos de medio siglo desapareció un 90%, víctimas de los salvajes que llegaron, en nombre de la civilización, a apoderarse de los territorios, el oro y otros metales, al igual que de la vida de hombres, mujeres y niños considerados seres inferiores. Pero hoy, sus descendientes han resurgido, se levantan en enormes manifestaciones e interactúan con los nuevos herederos del poder. Están defendiendo a los suyos con un trozo de árbol, y la convicción forjada durante cientos de batallas.

“Los siguen matando”

Los asesinan con la complicidad de la noche y a veces con la de la autoridad. Los esperan en los recodos del camino, los ultiman dentro de las chivas que recorren las rutas de sus territorios. Así murieron hace pocos días Kevin Ademir Mestizo, 23 años, guardia indígena nombrado por su comunidad para que trabajara voluntariamente por el futuro de todos. No alcanzó a esgrimir su bastón, cuando el plomo asesino se incrustó en su cuerpo. Igual suerte corrió Tenorio Yosando, 46 años, gran parte de ellos brindando solidaridad, sirviendo a sus compañeros y participando en las grandes mingas del pueblo Nasa.

No hay minutos de silencio para estos héroes, no hay discursos oficiales. Sus familiares retienen las lágrimas y se llenan de coraje, elevan los bastones y permiten que el viento agite las banderas. La televisión les dedica veinte segundos, los periódicos media página, mañana ya no se dirá nada y no recordaremos sus nombres.

“Los seguirán matando”

Los líderes, como lo hizo Quintín Lame, le presentarán un memorial al Presidente y este responderá con la misma retahíla. Nosotros, desde nuestra zona de confort nos olvidaremos pronto de que esas víctimas pueden llevar trazas de nuestra sangre y que nada hemos hecho por evitar su sacrificio.

Nos sentiremos exentos de responsabilidades, mientras los cañones seguirán disparando al corazón de estos hermanos, para hacer un mandado, por míseras monedas, a sus propios verdugos.

lcelemin2@gmail.com

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