Arden las malocas, es hora del regreso de Yurupary

libardo Vargas Celemin

La tradición oral de las comunidades amazónicas ha entregado al mundo de la literatura “La leyenda del Yurupary”, canto que registra la existencia de un héroe que nace de mujer virgen fecundada por un payé (chaman o curandero) para que ejerza su tarea de transformar los comportamientos y las actitudes de las comunidades frente a las relaciones matriarcales, la música, la flora y la fauna, en un espacio geográfico ubicado en una amplia zona colombo - brasileña.

La Amazonia debiera ser no solo la imagen de una enorme área de más de siete millones de kilómetros cuadrados, sino el símbolo de la vida y de la esperanza de la humanidad, que debe levantarse como un solo hombre para defender este paraíso convertido en un escenario dantesco, que ya no cumplirá el papel de absorber el dióxido de carbono y volverlo oxígeno, como tampoco seguirá regulando el clima y mostrando la maravilla de la biodiversidad, porque unas hordas de depredadores se valen del fuego y del viento para expandir sus apetitos voraces y llenar sus bolsillos con las cenizas de la muerte.

Las malocas arden y cerca de un millón de indígenas luchan por su sobrevivencia, su cultura y las especies que han cuidado durante años. Según el activista ambiental David Guaraní, los indígenas protegen el 82% de la diversidad del mundo, mientras los gobiernos, entre ellos el de Brasil y Colombia, se prestan para hacer viable un crimen en nombre del supuesto impulso al desarrollo.

“Esta es una desgracia del mundo. Con la Amazonía destruida se corta el ciclo del agua y sin agua no hay agricultura, ni hay comida, ni nada”, lo plantea Marina Silva, ministra del Medio Ambiente en el gobierno de Lula, quien demostró que era posible la rebaja en un 60% de la deforestación en su país, y que solo se necesitaba intención política para ello.

Hoy, cuando los instrumentos sagrados, la música y el canto del “Yurupary”, se asfixian por el humo que se levanta desde las hondonadas; los reptiles pierden su vida en la loca carrera por salvarse de las llamas; el leopardo naufraga en los pequeños oasis que hierven; las aves se desploman y sus nidos se derriten; es hora, no solo de pensar en el grave daño que le hemos infringido al medio ambiente, sino también de actuar con inmediatez, quitarnos la careta hipócrita de la compasión judeo - cristiana y luchar por esta causa que es de vida o muerte.

Con el regreso de Yurupary, que somos todos, vamos a reconstruir las malocas a devolver los trinos, a regar las praderas y condenar a los criminales que se prestan para este atentado contra la existencia en este hermoso planeta.

lcelemin2@gmail.com

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